En los últimos días, la publicación del Informe de avance del nivel general de la actividad correspondiente al segundo trimestre de 2024 por parte del INDEC ha sacado a la luz algunas verdades incómodas sobre la situación del sector pesquero en Argentina. En el informe se detalla que el PBI cayó un 1.7% mientras el sector pesquero atenuó la caída con un +41.3%, (junto al campo +85%).
Sin embargo, a pesar de lo que podría parecer un buen desempeño, la realidad para los los grupos empresarios del sector no es tan alentadora, estructura de costos alentadas por un IPC que parece encontrar piso en el 4% mensual, un Tipo de Cambio anclado al 2% de actualización mensual en forma de crawling peg (escalonado), la mano deo bra indexada pro una recomposición salarial perdida frente a inflación de todo el 2023 y proveedores que inercialmente no se quedan en retroceso; mientras tanto en el mundo cuesta absorber la demanda y los precios no tienen al momento atisbo de mejoras.
Calamar: buena zafra, mejores precios
Comencemos con el calamar, cuyo rendimiento durante los meses de abril, mayo y junio fue notable, con un crecimiento del 60,8% en toneladas capturadas (de 33.068 toneladas en 2023 a 53.175 en 2024). La combinación de buenos precios y una fuerte demanda internacional debería ser un motivo de celebración. Sin embargo, aunque el incremento en las capturas es innegable, los beneficios no parecen llegar a las empresas de forma proporcional. Esto refleja una de las grandes contradicciones del sector pesquero: una abundancia productiva que no se traduce en rentabilidad para los grupos empresarios sino en verdaderos intermediarios distribuidores de riqueza.
Merluza: Mayores descargas, precios iguales a los de octubre 2023
El panorama para la merluza es aún más desalentador. A pesar de un incremento del 16,83% en las descargas respecto al mismo período del año pasado (72.591 toneladas en 2023 frente a 84.813 en 2024), los precios han sufrido un deterioro significativo. Los precios en boca de bodega se mantienen en niveles similares a los de octubre de 2023, lo que ha generado una situación crítica para las empresas pesqueras, especialmente en un contexto inflacionario. Esta caída en el valor de la merluza en términos reales ha golpeado duramente a los empresarios del sector, que ven cómo sus ingresos se erosionan, a pesar del aumento en la producción.
Langostino: más capturas, pero problemas estructurales
En cuanto al langostino, los números también parecen prometedores a primera vista. Las capturas crecieron un 62,01% respecto al segundo trimestre de 2023 (29.399 toneladas en 2023 frente a 47.631 en 2024). Sin embargo, al igual que con el calamar y la merluza, los problemas financieros para las empresas pesqueras continúan acumulándose; la mano de obra tiene una especial ponderación anclada a IPC y a valores del marisco como hace 4 años. A pesar de este aumento, los márgenes de ganancia se ven absorbidos por los costos crecientes, la carga impositiva y la inflación, lo que deja a muchas empresas en una situación precaria.
La paradoja del crecimiento del sector y la crisis empresarial
En resumen, según los datos oficiales del INDEC, el sector pesquero creció un 41,30% en el segundo trimestre de 2024; efectivamente, en descargas y valores de exportaciones reflejan ese valor. No obstante, este crecimiento cuantitativo no se traduce en un alivio para las empresas, que enfrentan una serie de desafíos estructurales. ¿Por qué, entonces, los grupos empresarios del sector pesquero reportan una situación financiera crítica?.
La respuesta está en la transferencia de los beneficios de la pesca a otros actores: proveedores, mano de obra y, especialmente, al Estado.
El Estado se ha convertido en uno de los principales beneficiarios del crecimiento en las descargas y en la eficiencia del sector primario de la pesca. Un claro ejemplo de esto es el aumento en la recaudación por los Derechos Únicos de Extracción (DUE), que pasaron de USD 2,89 millones en 2023 a USD 10,9 millones en lo que va de 2024, con proyecciones de alcanzar los USD 12 millones para fin de año como consecuencia de la actualización de los valores de las Unidades de Pesca (UP) a partir del 1 de octubre. Además, los Derechos de Exportación (DEX) proyectan una recaudación total de USD 104.5 millones, lo que representa un aumento del 6,5% respecto al año anterior.
El modelo impositivo: ¿una amenaza para el sector?
Mucho volumen y poca renta para quien trabaja. Este panorama sugiere que el modelo actual de recaudación impositiva es altamente absorbente y está impactando negativamente en las empresas pesqueras, que luchan por mantenerse a flote en un entorno económico cada vez más hostil. Mientras que el Estado Nacional se beneficia del sector absorbiendo la eficiencia pesquera, las empresas enfrentan serios problemas financieros. Esta situación amenaza la capacidad del sector para reinvertir en la renovación de flota y en otras inversiones clave para su sustentabilidad a largo plazo, pero por sobre todo para ser un puntal de las exportaciones generadoras de divisas que tanto hacen falta a la economía argentina y de una máquina de generar empleo genuino, para transformar un pez, en un alimento para el consumo en más de 65 paises del mundo.
Con el cierre de la zafra de langostino en aguas nacionales y dentro de la Zona de Veda Permanente de Juveniles de Merluza (ZVPJM), los números finales muestran un aumento significativo en las descargas (de 99.751 toneladas (Jun-Jul-Ago-Sep) en 2023 a 110.063 toneladas (Jun-Jul-Ago) en 2024, lo que plantea una pregunta fundamental: ¿dónde está la diferencia en eficiencia, de pescar más en menor tiempo? Las empresas argumentan que su situación es peor que en años anteriores, a pesar de este aumento en las capturas y en menor tiempo. La respuesta parece clara: los principales beneficiarios han sido los proveedores, la mano de obra y, en última instancia, el mayor beneficiado, el Estado, a través de una mayor recaudación, así lo demuestra el 41.3% en el informe del INDEC.
Conclusión: un sector en crisis
El sector pesquero, a pesar de su crecimiento en términos de producción, se enfrenta a una crisis financiera de rentabilidad profunda. El modelo actual, que prioriza la recaudación fiscal para lograr el ansiado déficit cero, está asfixiando a las empresas, que cada vez tienen menos margen para operar con una rentabilidad que se evaporó. Si esta tendencia continúa, el futuro del sector pesquero argentino podría estar en peligro, no existe modelo que perdure en el tiempo perdiendo dinero, a menos que se implementen reformas que permitan un reparto más equitativo de los beneficios y se alivien las cargas impositivas y los costos operativos que hoy están ahogando a las empresas y a todo un sector que busca prosperar y capear el temporal de la falta de demanda y precios internacionales con un Tipo de Cambio poco competitivo para el nivel de costos de estos últimos meses.