Una inesperada y sorprendente captura sacudió la rutina del BP Floridablanca el pasado 8 de junio, cuando un gigantesco ejemplar de atún de aleta amarilla (Thunnus albacares), de 142 kilos eviscerado, fue izado a bordo durante el último lance del día. Lo llamativo: la unidad se encontraba operando en plena faena dirigida a la especie merluza y calamar illex en la conocida zona de “la barranca”, en latitud 39°35’ Sur y longitud 55°57’ Oeste, sobre profundidades de entre 145 y 200 metros y a 130 millas náuticas al sudeste del puerto de Mar del Plata.

El hecho fue tan inusual como significativo. Aunque se trató de una captura incidental, fortuita, el hallazgo no pasó desapercibido y se estima que al virar pudo ser capturado en la columna de agua cercana a la superficie. El joven capitán de pesca del Floridablanca, Gustavo “el musulmán” Gómez —ya reconocido en el ambiente por haber desembarcado meses atrás un notable ejemplar de pez espada— no dudó en dar aviso al armador de la unidad, el veterano y respetado capitán Oscar Sayago.
Apenas descargado y trasladado a la planta Desafio SA, propiedad del mismo armador, fue Sayago quien, sin perder un minuto, se contactó con otro peso pesado de la pesca marplatense, el avezado Juan “Yuanne” Taranto, —pescador de siete mares— para determinar previo al envío de muestras al Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (INIDEP). El objetivo: confirmar con rigor científico la identidad de la especie.




El análisis, llevado adelante por un investigador del instituto, no dejó lugar a dudas. El ejemplar correspondía efectivamente al atún de aleta amarilla (Thunnus albacares), también conocido como rabil, una especie de gran porte, color rojo profundo y carne mucho mas firme y suave que la del conocido atún rojo, altamente valorada en la gastronomía internacional, sobre todo en preparaciones crudas como sashimi y sushi.
Habitante característico de mares tropicales y subtropicales —y raramente registrado en latitudes tan australes—, esta especie de atún es un nadador ágil y veloz, que suele desplazarse en aguas superficiales, dentro de los primeros 100 metros de la columna de agua en la búsqueda de calamar, alimento sumamente preciado por la especie. Alcanzando longitudes de hasta 2,4 metros y pesos cercanos a los 200 kilos, es reconocido por su silueta estilizada, su brillante librea azul y plateada, y sus distintivas aletas amarillas, cuya viveza cromática le otorga su nombre común.
A nivel ecológico y comercial, el atún de aleta amarilla se ha consolidado como una alternativa sustentable frente al críticamente amenazado atún de aleta azul, convirtiéndose en una especie codiciada por los principales mercados del mundo. En el mercado internacional actual, el atún aleta amarilla se cotiza aproximadamente entre 14,39 u$s/kg y 20,23 u$s/kg al por mayor.
Este hallazgo, inesperado tanto por su especie como por su ubicación, deja abiertos varios interrogantes: ¿Es un caso aislado o una señal de cambios en las dinámicas migratorias de grandes túnidos en el Atlántico Sur? ¿Podría tratarse del preludio de nuevos patrones de distribución inducidos por el cambio climático o habitualmente utilizan esas profundidades y latitudes?. Lo propio es que este tipo de atún, pero mucho mas chico fueron capturados en abundancia hacia finales de la década de los ´70 en latitudes cercanas al paralelo 34°S, es decir, cerca de unas 350 millas náuticas más al norte.
Por ahora, el BP Floridablanca y su experimentado capitán, suman un nuevo capítulo a su historial de lances memorables, y la comunidad científica observa con atención. Porque en el corazón del mar, incluso cuando se persigue una especie, el océano siempre guarda sorpresas.