Con poco o nada para celebrar, se conmemora este viernes el Día Internacional del Pescador en homenaje a los hombres y mujeres que se dedican a esa noble y sacrificada tarea. El día también encuadra a los pescadores aficionados y a los pescadores de río o lagos.
Nuestro país tiene como día del Pescador el 3 de agosto (recordando la fundación del Club de Pescadores de Buenos Aires), pero 26 de enero es una fecha que se ha instaurado internacionalmente.
La intención de tomar esa fecha es la manera de reconocer el trabajo de los pescadores y la dureza con la que afrontan cada día a bordo de una embarcación en jornadas que pueden durar unas horas o interminables días donde lo único que se ve es el cielo y el agua.
Hace pocos años desde esta redacción recordábamos la frase acuñada en una camiseta de fútbol profesional con la leyenda “Mar del Plata es Pesca”, algo que año a año lo traemos una vez más a la memoria porque hoy más que nunca la ciudad entendió que, sin pecar de soberbios, la pesca es el motor que derrama otras actividades directas e indirectas. Despues de todo, mal que pese, si de algo positivo se pueda rescatar de esta indecorosa situación que ha planteado el gobierno de este pujante sector, al menos, sirvió para dar comienzo a un romance entre ciudad y puerto, transformando, por fin, a una ciudad con puerto.
Desde hace más de un siglo, el trabajo genuino, sacrificado, incomprendido y muchas veces bastardeado como la actividad del pescador, han hecho un sector productivo que le abrió las puertas al comercio, la construcción, el transporte y un sinfín de movimientos que ninguna otra industria puede conseguir en ciudades con puertos –o puertos con ciudades-.
Remitimos nuevamente este video de los muchachos del BP Don Mario al mando de Sulfa, para ver el gesto y actitudes de satisfacción por una buena captura de pez limón; una especie muy cotizada, de gran valor comercial, pero una de las especies más inteligentes junto a otras especies túnidas, por su vista y velocidad, pero sobre todo por la capacidad de correr evitando ser atrapado. El día que el pescador le ganó por goleada al pez, y de visitante.
Un sinfín de apellidos engrosan una lista de pescadores que agrietaron sus manos, curtieron su piel y dejaron su cuerpo para traer el sustento a diario en un trabajo reservado para aquellos que los moviliza la pasión por pescar, unos pocos por entreteniendo, otros por haber elegido una profesión que no tiene vuelta atrás. “Ir al agua” no es para cualquier persona decimos y escuchamos a diario. No existe mejor definición.
Y al lado, adelante y atrás las familias de cada uno de ellos, donde desde cada hogar se lo despide y se lo espera, con la angustia que ello implica, por desempeñar uno de los trabajos más riesgosos de todo el mundo. Por ello el homenaje debe ser extendido a cada integrante de esas casas que pudieron construir merced al sacrificado trabajo.
¿Qué es “ir al agua”? le preguntamos a algunos pescadores. Varios carecieron de explicación, otros reflejaron su historia personal y una gran mayoría humedeció sus ojos involuntariamente, seguramente recordando momentos de temor, zozobra y angustia que tuvieron que padecer, recordando tal vez a algún compañero que los tantos que ya no están y que descansan en el mar.
La lancha, el fresquero, el congelador, el barco de rada o ría, ese es su hábito natural. “No voy al agua y me falta algo, no sé explicarlo”, dicen uno de los más veteranos en el banquina chica.
Esa falta de explicación es la explicación en sí. Desde el muelle, desde la planta de procesado, desde la estiba, desde cualquier otro lugar vinculado a la pesca tal vez se pueda dar una descripción, pero desde tierra, que es otra cosa.
No nos cansaremos de homenajearlos y reconocerlos en su tarea, un lugar reservado para unos pocos que dentro de sí, solo saben de qué se trata pescar. 26 de enero. Día Mundial del Pescador. Todo dicho.