La reciente protesta realizada este jueves frente a la planta pesquera Puerto Rawson en Trelew pone en evidencia una alarmante falta de proporcionalidad y razonabilidad en la gestión de conflictos laborales. En el marco de un reclamo por el despido de diez trabajadores con décadas de experiencia, surge un hecho tan indignante como incomprensible: la destrucción de 4000 kilos de langostino de primera calidad, un producto PREMIUM con alto valor comercial y nutricional.
Ninguna disputa, por legítima que pueda parecer desde el punto de vista de cualquiera de las partes, puede justificar semejante acción. La industria pesquera, en tanto motor económico regional y nacional, no solo tiene la responsabilidad de maximizar el valor de los recursos naturales, sino de actuar con sensatez en su manejo. Tirar al descarte una cantidad semejante de materia prima no solo denota una falta de prudencia y responsabilidad de sus participantes, sino que constituye un agravio ético en un contexto de creciente desigualdad y necesidad en una sociedad que inexorablemente paga altos costos por salir a flote después de años de decadencia moral, económica y social. Parece que nada ha cambiado.
El argumento esgrimido por la empresa para justificar el despido de los trabajadores —la supuesta negligencia en el manejo del pescado— se ha visto refutado por pruebas concretas presentadas por José Luis Morales, secretario gremial del STIA (Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Alimentación), quien explicó que la acusación no tiene fundamento. «Ellos tiraron el pescado el día 28 y el despido hace mención a los días 21 y 23, nada que ver una cosa con la otra«, aseguró Morales. Además, destacó que el sindicato cuenta con pruebas que demuestran la falsedad de las acusaciones. «Tenemos la filmación de que el pescado estaba en la cámara, tenía frío y los contenedores estaban vacíos «, subrayó.
Por su parte, este medio supo, que desde el sector empresarial descartaron mantener deudas con su personal. Tienen quincenas, aguinaldos y bonos pagos en tiempo y forma. » Solo nos demoramos dos días para terminar de pagar el medio aguinaldo «, aseguraron.
Mientras la empresa sostiene que los despidos fueron justificados, parte del personal inició medidas de fuerza en solidaridad con los empleados cesanteados: “A nadie se le debe nada y están haciendo medidas de fuerza en solidaridad por los despidos, que son más que justificados, porque tuvimos que tirar 4.000 kilos de langostinos ”.
Directivos de la planta argumentaron que el incumplimiento de las tareas básicas del personal dejó a la empresa sin otra alternativa que proceder con el despido inmediato.
Los trabajadores despedidos formaban parte de la planta permanente de la pesquera, y contaban con entre 20 y 24 años de antigüedad. La situación ha generado una gran preocupación en el sector, ya que los empleados temen que los despidos sean una medida para desmantelar la planta o reducir los costos laborales. Por este motivo, los trabajadores esperan que la Secretaría de Trabajo dicte la conciliación obligatoria para evitar más despidos y resolver el conflicto de manera pacífica, si es que por estas altura de los acontecimientos se encuadra con esas características.
Además, los empleados señalaron que la pesquera viene incumpliendo con otros compromisos laborales. «La semana pasada hicimos la denuncia por no pagar el bono y no están pagando las quincenas a fecha. Seguimos trabajando igual. Los fines de semana pagan la mitad, se aprovechan de la necesidad y cuando la ven complicada traen a la policía«, criticaron los manifestantes. Nada fue comprobado y por su parte, nada justifica estos hechos, que en concreto llevaron a la basura una cantidad enorme de alimento. Un verdadero despropósito.
En suma, la destrucción de 4000 kilos de langostino no es solo un acto innecesario y desproporcionado, sino un símbolo de una gestión que se repite todos los años y que parece priorizar la confrontación y el desprecio por los recursos, humanos y naturales, por encima de la búsqueda de soluciones justas y racionales. Frente a esta situación, es imperativo que las autoridades tomen cartas en el asunto y que la sociedad, en su conjunto, exija conductas responsables y éticas en la administración de un sector tan estratégico como lo es la industria pesquera generadora de mano de obra y alimento de origen marino.
El conflicto continúa sin resolución y los trabajadores se mantienen en alerta, a la espera de una respuesta de las autoridades laborales para intentar solucionar el conflicto sin que se agrave la situación. La presencia policial, a pesar de la manifestación pacífica, ha generado desconfianza entre los obreros, quienes acusan a la empresa de intimidar a los trabajadores en lugar de buscar un diálogo. Un tema de nunca acabar, a pesar de las renovadas expectativas de inicio de año por intentar hacer las cosas de mejor modo; algo que tratándose de disputas gremiales parece secundario; lamentablemente, en un momento tan critico de todo el sector pesquero, donde cada participante debiese cuidar y evitar llegar a planteos así de dolorosos.