El viejo aviso ARA Alférez Sobral fue remolcado el lunes 19 de mayo por el ARA Puerto Argentino rumbo a mar abierto. Su destino final no será un muelle ni un museo, sino las profundidades del Atlántico Sur. Así se despide el buque que, en la noche del 2 de mayo de 1982, quedó marcado para siempre en la memoria colectiva argentina: atacado por helicópteros británicos mientras acudía al rescate de dos pilotos eyectados, el Sobral perdió a ocho de sus tripulantes, incluido su comandante.



Los caídos en aquella noche trágica y heroica fueron el Capitán de Corbeta Sergio Raúl Gómez Roca, los Cabo Principal Ramón Omar Cabrera y Mario Aurelio Alancay, los Cabo Segundo César Gustavo Rodríguez y Héctor Daniel Medina y los Marineros Mario Gustavo Alcaraz, Jorge Oscar Gualdieri y Juan Domingo Baldini.
Han pasado más de cuatro décadas desde aquel acto de valentía. Hoy, las carencias presupuestarias han impuesto un cierre forzado: el Sobral, que supo resistir fuego enemigo y guardar luto por sus caídos, no pudo resistir el abandono de la paz.
Su casco, corroído por el tiempo, llevaba años amarrado en la Base Naval Mar del Plata. Las iniciativas para preservarlo como museo flotante, o trasladarlo a alguna ciudad del litoral argentino donde pudiera mantener viva su historia, naufragaron una a una frente a la indiferencia de los despachos oficiales y la falta de fondos. Santa Cruz, Chubut, Santa Fe, Entre Ríos y hasta Ushuaia se mencionaron como posibles destinos. Hubo promesas, hubo voluntades, pero nunca llegó el apoyo real. “Lo intentamos, pero lamentablemente no se pudo”, resumieron, con resignación.
El pasado 10 de septiembre, su nombre apareció en una lista de subasta junto a las corbetas Tipo A69 Drummond y Guerrico, también veteranas de Malvinas. La reacción pública fue inmediata, y el anuncio de su venta generó una oleada de reclamos. Fue entonces cuando, en un último intento por salvarlo, el Ministerio de Defensa y la Armada Argentina decidieron retirar el Sobral de la subasta y otorgar un plazo de tres meses para presentar un plan de conservación. Pero el tiempo pasó, y el silencio pesó más que las intenciones.
Así, el ARA Alférez Sobral seguirá el mismo camino que otros barcos con historia: será hundido como blanco en un ejercicio naval. En la tradición marinera, esa es considerada una muerte honorable: la sepultura en alta mar, el último acto de servicio para un buque que fue testigo y protagonista del dolor y del coraje. El propio Sobral había remolcado en 1988 al ARA Piedrabuena, que encontró un destino similar.
Es una despedida que duele. Porque no se trata solo de acero o de presupuesto. Se trata de memoria, de respeto, de lo que una Nación decide hacer con los símbolos de su historia. El Sobral no fue solo una embarcación: fue un refugio en medio del fuego, un escudo en la noche negra del conflicto, y un testimonio flotante del valor argentino en las heladas aguas de Malvinas.

Minutos antes a liberar amarras para el hundimiento del ARA Alférez Sobral
Este lunes zarpó por última vez. Lo hace en silencio, remolcado, casi como un anciano que parte sin hacer ruido pero con la gloria sobre sus espaldas. Pero quienes conocen su historia, quienes llevan su nombre grabado en la piel o en el corazón, saben que no se va del todo. Que allí donde el mar lo reciba, lo acompañará la memoria de sus hombres y el respeto de todos los que alguna vez se inclinaron ante su bandera.
Si bien la posición exacta donde fuera hundido se desconoce, las maniobras de los buques que acompañaron este evento, el ARA Puerto Argentino, ARA Bahía Agradable, la corbeta ARA Espora, y el patrullero rápido ARA CL Cordero, muestran derroteros coincidentes a 90 millas náuticas al SSW de Necochea, en la posición 39°54´S y 59°30´W.
Porque al final, aunque no haya muelle que lo sostenga, el Sobral y su tripulación escribieron un capítulo con hilos dorados en la historia naval argentina, marcando a fuego su cubierta con la sangre derramada de marinos que cumplieron con honor su palabra y vocación de Defender la Patria hasta perder la vida en y por actos de servicio.