En el marco de los expedientes Nro. 1-0021/25 y 1-2666/24, la situación que enfrentan las empresas NISTICA S.A. y Camaronera Patagónica S.A. pone en evidencia el creciente peligro que representan ciertas prácticas sindicales intransigentes y alejadas de la realidad económica del sector productivo.
Ambas empresas, dedicadas a la actividad pesquera y con proyecciones de crecimiento en un entorno económico adverso, se han visto atrapadas en un conflicto que refleja una actitud irresponsable por parte de los representantes sindicales, quienes, al anteponer intereses sectoriales infundados, están poniendo en riesgo la estabilidad de miles de empleos y el futuro de la actividad en su conjunto.
Desde el inicio de los procesos de negociación, ambas compañías han actuado con la debida diligencia y un claro compromiso hacia la búsqueda de soluciones equitativas. En este sentido, se han mostrado dispuestas a establecer canales de diálogo, presentando propuestas razonables que respetan las limitaciones económicas del sector. Sin embargo, la respuesta de las entidades sindicales involucradas ha sido desalentadora. La intransigencia y la falta de disposición a negociar han quedado manifiestas en el constante rechazo de cualquier alternativa que se aleje de sus demandas inalcanzables, sin tener en cuenta las reales posibilidades de las empresas en crisis.
El caso de NISTICA S.A., representada por Jorge Salomón, presidente de la compañía, destaca la actitud obstinada de un sindicato que, en lugar de contribuir a la estabilidad de la empresa y la preservación de los puestos de trabajo, ha priorizado medidas de presión que no hacen más que exacerbar el conflicto. La propuesta de un incremento salarial del 30% sobre los convenios vigentes hasta el 30 de octubre de 2024, lejos de ser una exigencia desmesurada, responde a la realidad económica del sector, que atraviesa una situación crítica que exige recortes en los costos laborales para garantizar la continuidad operativa.
En paralelo, la situación en Camaronera Patagónica S.A. es igualmente preocupante. La empresa, que se encuentra inmersa en un proceso de negociaciones con los representantes sindicales, ha experimentado un total cierre de puertas al diálogo por parte de la entidad sindical. La postura adoptada por los representantes laborales se aleja cada vez más de la posibilidad de alcanzar un acuerdo que contemple las necesidades de ambos actores: empleadores y trabajadores. En lugar de ser un aliado en la preservación de empleos y la estabilidad del sector, el sindicato parece más inclinado a imponer condiciones que, lejos de beneficiar a los trabajadores, podrían llevar al cierre de empresas y a la pérdida de puestos laborales.
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En ambos casos, las empresas han reiterado su disposición para continuar con las negociaciones, pero siempre dentro de un marco de racionalidad y entendimiento mutuo. La postura de las entidades sindicales, por su parte, ha sido la de imponer condiciones sin ninguna flexibilidad, lo cual amenaza con desestabilizar el sector y poner en peligro los empleos de aquellos mismos trabajadores que dicen representar. El sindicalismo, tal como lo demuestran estos ejemplos, debe asumir un rol responsable que no se limite a la defensa rígida de demandas sin considerar las realidades económicas. La defensa de los derechos laborales no puede separarse de la necesidad de preservar la viabilidad de las empresas y la competitividad del sector.
Por lo tanto, resulta imprescindible que tanto las autoridades competentes como los representantes sindicales actúen con sensatez y responsabilidad, dejando de lado posturas inflexibles que solo favorecen el desgaste y la confrontación.
Es fundamental señalar que, a nivel nacional, persiste una alarmante disgregación e incongruencia entre las directrices emanadas de las máximas autoridades del Ministerio de Trabajo, el Ministerio de Desregulación y Transformación del Estado, y el Ejecutivo Nacional. Esta desarticulación refleja una falta de cohesión y claridad en torno a la imperiosa necesidad de reordenar un modelo laboral que resulta manifiestamente incompatible con las exigencias operativas de la nueva gestión y la matriz productiva de la Argentina. La desconexión entre los objetivos proclamados por las autoridades y la operatividad real de las secretarías de trabajo es una fuente de gran preocupación, especialmente cuando se vislumbra el tan esperado cambio de modelo productivo del país. Tal incoherencia no solo retrasa el avance hacia un modelo más eficiente, sino que también pone en riesgo la viabilidad de una transición efectiva hacia un sistema económico que responda adecuadamente a los desafíos contemporáneos.
El camino hacia soluciones sostenibles y justas pasa por el diálogo y el entendimiento mutuo, no por la imposición unilateral que solo conduce a la ruina de las empresas y la precariedad de los trabajadores. Es necesario que el sindicalismo abandone sus prácticas obsoletas y colabore en la construcción de un marco de trabajo que impulse el crecimiento y la estabilidad del sector productivo en su conjunto.