Últimamente escuchamos hablar mucho sobre la actual crisis de contenedores, pero ¿qué significa esto realmente y cómo afecta al comercio global y en, última instancia al consumidor final?
Sabemos que por estas latitudes, lo bueno y lo malo, llega con cierto delay, llega más tarde. Y como el impacto del COVID-19 ha impactado en el comercio mundial, en Argentina y desde hace algunos meses, está llegando de lleno esa problemática, mientras en el mundo comienza muy lentamente a recomponerse.
Hagamos un poco de historia, con la pandemia del COVID-19 se ha dado una serie de impactos negativos en el ámbito económico mundial, debido a cierres de puertos y de fábricas, desabastecimiento de materia prima y bienes de consumo, saturación de puertos, aumento en los tiempos de recepción de las mercancías; entre otros. Si a ello, se le suma, el cierre del Canal de Suez, por el atascamiento del gigante buque portacontenedores Ever Given, la sumatoria fue grave. Esto ocasionó una crisis sin precedentes en el transporte del comercio marítimo mundial, entendida como la escasez de espacio disponible para transportar los productos y los exorbitantes incrementos de costes del transporte por mar, conlleva grandes afectaciones, tanto a los comerciantes como al comprador final pero también a quienes desean consolidar materia prima en puertos de origen. Los contenedores merman, no hay. Y si se le suma a esta idea loca de vivir solo de lo nuestro, poniendo restricciones a las importaciones (que podemos estar de acuerdo cuando son de bienes de consumo), la ecuación es compleja.
Sin embargo, con el actual aumento en la demanda de espacios en el transporte marítimo de mercancías, debido a que la economía internacional ha comenzado a recuperarse, a pesar del freno autoimpuesto por los inconvenientes en Europa del Este, entre Rusia y Ucrania que son de público conocimiento, y que los consumidores de distintos países están realizando una mayor adquisición de bienes; el sistema de transporte naviero se ha visto en apuros para lograr satisfacer dicha demanda por la falta de contenedores y barcos disponibles, accesibilidad de rutas, atascos en los puertos internacionales, cierres temporales de terminales marítimas y atrasos en los puertos para la entrada y salida de productos. Todo lo cual, genera aumento de costos exorbitantes, burocracia, ineficiencia y un freno en la consolidación de materia de origen argentino con destino al mundo.
En este sentido, de acuerdo con el World Container Index (WCI), entidad que ofrece evaluaciones semanales de los fletes de contenedores, estimaciones diarias de precios a plazo y un banco de movimientos históricos de precios; a la fecha, este índice de contenedores alcanzó los 9.924.45 dólares por contenedor de 40 pies, lo cual es un 290% más alto que hace dos años.
Siendo importante destacar que alrededor del 80% de los bienes que se consumen en el mundo se transportan por vía marítima, según estimaciones de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo. Por lo cual, la falta de oferta de espacio en transporte marítimo, la falta de contenedores y sus elevados costos, repercuten de manera significativa en todo el comercio mundial.
Finalmente, toda esta situación en última instancia repercute en el consumidor final, ya que el aumento de los costos logísticos se traduce en un amento en el precio de los bienes de consumo en sus respectivos puntos de ventas.
Por lo cual, es importante seguirle el pulso al desarrollo de la crisis de contenedores para, como actores de la cadena logística, poder tomar decisiones de negocios que minimicen el impacto negativo para nuestras operaciones. Faltan puntualmente contenedores y en los próximos dias, con la cercanía al norte de la pesquería de calamar, siendo Mar del Plata, el puerto mas cercano y receptor del calamar de poteros, el problema podría acentuarse.