Después de semanas de incertidumbre, discusiones internas y asambleas cargadas de tensión, el Sindicato de Obreros Marítimos Unidos (SOMU) de Rawson finalmente aceptó la oferta empresarial que permitirá dar inicio formal a la temporada de langostino en aguas provinciales. El acuerdo, alcanzado en la mañana del martes 28 de octubre en la sede gremial, destraba uno de los conflictos más sensibles de la flota amarilla chubutense y devuelve al puerto su habitual ritmo de zafra.
La votación se realizó en un clima de evidente cansancio y urgencia. Los marineros, reunidos en asamblea desde las 11, resolvieron aceptar la escala salarial propuesta por la Cámara de la Flota Amarilla de Chubut (CAFACh), que fija el valor del kilogramo de langostino a $1.250 por cajón, con un incremento a $1.300 a partir de enero de 2026 y hasta la finalización de la temporada. La pauta replica los mismos valores firmados hace más de un mes y medio por los demás gremios del sector —entre ellos Capitanes, SICONARA y el Centro de Patrones y Oficiales de Pesca—, y alinea así a toda la actividad bajo un esquema común de remuneración; principio básico exigido por el Secretario de Pesca de Chubut Dr. Andrés Arbeletche como condición sine qua non para dar inicio a las prospección que habilite la operatoria comercial en una nueva temporada de pesca de langostino en aguas bajo jurisdicción de la provincia de Chubut 2025-2026.
El resultado del encuentro fue calificado por los propios trabajadores como “una decisión inevitable”, en un contexto donde la cuenta regresiva de la temporada presionaba sobre cada jornada perdida. “Los días pasan y el pescado sigue sin venderse”, se escuchó entre los marineros, conscientes de que prolongar el conflicto podía poner en riesgo la prospección biológica y, con ello, toda la campaña de captura en aguas provinciales.
Hasta la semana pasada, el SOMU había mantenido su posición firme en reclamo de un valor inicial de $1.300 y una actualización a $1.400 para el comienzo del próximo año, con el argumento de compensar la pérdida de poder adquisitivo y los crecientes costos de vida. Sin embargo, la CAFACh se mantuvo inamovible, alegando que el resto de los sindicatos ya habían convalidado la escala vigente y que no habría margen de revisión sin romper el equilibrio paritario.
Desde el Gobierno de Chubut se dejó claro que no se autorizaría el inicio de la prospección —instancia previa obligatoria para evaluar la situación biológica del recurso— mientras no se encontraran homologados todos los acuerdos salariales, una medida que buscaba evitar escenarios de conflictividad en plena apertura de temporada. Con la firma del SOMU, finalmente, se destraba el último obstáculo administrativo y operativo para comenzar las tareas de búsqueda del crustáceo, que podrían iniciarse en las próximas horas, si las condiciones climáticas lo permiten.
En los muelles de Rawson, la sensación es de alivio más que de entusiasmo. La industria pesquera chubutense venía aguardando la definición con una ansiedad que trascendía lo sindical; miles de trabajadores de plantas procesadoras estaban en vilo ante la falta de materia prima, luego de una temporada nacional particularmente corta.
Las empresas estiman que la nueva campaña podría sostener un nivel de capturas cercano o incluso algo menor al de la zafra anterior, que alcanzó más de 106 mil toneladas de langostino, aunque bajo un escenario internacional menos favorable y con precios deprimidos —el parámetro de exportación cerró la zafra de aguas nacionales para el entero congelado a bordo, en u$s 8.500 la tonelada, mientras en el muelle de Rawson, en febrero, cerró en valores cercanos a 1,80 dólares por kilo, frente a los 2 dólares del año pasado—, aunque esto, está sujeto a compensaciones por calidad de la materia prima descargada.
El acuerdo alcanzado, más allá de su aceptación a contramano del deseo inicial de la base, permitirá recomponer la actividad económica de toda la región portuaria. En palabras de un marinero al retirarse de la asamblea: “Ya no se trata de negociar, sino de salir al mar antes de que se nos pase la temporada”.
La frase resume el sentir de buena parte del sector: la necesidad impuso su propio calendario, y la zafra, una vez más, arranca entre el apuro, la resignación y la esperanza de que el esfuerzo en alta mar compense los números en tierra firme.
