La industria naval y la marina mercante volvieron a ponerse en debate en una jornada que reunió a sindicatos, especialistas y referentes del sector. El encuentro buscó diagnosticar los desafíos actuales y proponer proyectos que fortalezcan la logística y la protección marítima como políticas de Estado.
La jornada contó con la participación del Sindicato de Conductores Navales (SICONARA), la Federación Sindical Marítima y Fluvial (FISIMAF), la Federación Marítima Portuaria y de la Industria Naval (FeMPINRA), entre otros gremios y entidades vinculadas al sector.
El objetivo central fue avanzar hacia una igualdad de concepción entre la industria naval y la marina mercante, dos áreas que, según se remarcó, vienen fragmentándose desde la década del 90.
Taiana: “La industria naval y el transporte marítimo son parte de nuestra historia”
Durante la apertura, el ex canciller, Jorge Taiana, recordó el valor histórico de la industria naval:
“Hoy es el Día de la Industria porque se conmemora la primera exportación argentina a Brasil en la época colonial. La industria naval y el transporte marítimo están unidos en la historia argentina desde el comienzo mismo de nuestra Nación, previo a la independencia”.
Taiana subrayó que Argentina es una nación bicontinental, con más de 4.500 km de costas y una de las cuencas fluviales más extensas del mundo. “Necesitamos una industria naval sólida, para defender nuestra soberanía en el Atlántico Sur, las islas y la Antártida”, afirmó.
Asimismo, cuestionó las políticas actuales del Gobierno Nacional, en especial el Decreto 340/2025, rechazado por ambas cámaras del Congreso: “Ponía en riesgo 20 mil empleos y significaba una pérdida de protección del mercado interno. La importación masiva de buques usados ya demostró en el pasado que lo barato termina saliendo más caro”.
El primer panel, moderado por Mariano Vilar (SICONARA), abordó la problemática generada por el DNU 340/2025. Allí, dirigentes como el Capitán Mariano Moreno, del Centro de Patrones, remarcaron que la marina mercante es estratégica y no puede reducirse únicamente al personal embarcado.
Los representantes sindicales coincidieron en que la nulidad del decreto fue un alivio, aunque no una victoria definitiva. “Ahora debemos generar condiciones sólidas para una marina mercante e industria naval sustentable”, señalaron.
Entre las preocupaciones expuestas se incluyó la desarticulación de organismos estatales, la flexibilización de dotaciones mínimas de tripulación y la apertura del cabotaje a buques extranjeros. Frente a este escenario, los gremios impulsan una ley de marina mercante moderna que contemple un régimen de promoción, reserva de cabotaje, construcción local de embarcaciones y mejor conectividad portuaria y fluvial.
Luego, Horacio Tettamanti, socio fundador de SPI y ex funcionario de la autoridad portuaria nacional, quien planteó la necesidad de repensar el modelo de desarrollo:
“No hay acuerdo entre los gremios, y la gran disyuntiva es si apostamos a un modelo primarizado o a uno industrial. Llevamos 40 años discutiendo lo mismo y seguimos fragmentados”.
Tettamanti remarcó que la falta de una marina mercante nacional impide incluso a sectores exportadores —como el pesquero— operar de manera competitiva, obligándolos a depender de flotas y contenedores extranjeros.
Entre los temas recurrentes, Taiana remarcó la necesidad de avanzar en la construcción del Canal Magdalena como vía estratégica de integración entre la Argentina fluvial y la atlántica. También se destacó la importancia de resolver la fragmentación territorial entre Santa Cruz y Tierra del Fuego, así como fortalecer bases estratégicas en la Antártida.
Los oradores coincidieron en que superar estas fracturas es clave para dejar atrás una soberanía fragmentada y proyectar un desarrollo pleno y sostenible.
La jornada dejó en evidencia que la defensa de la industria naval y de la marina mercante trasciende lo gremial para convertirse en un tema de soberanía nacional y de proyección estratégica.
La coincidencia general fue que sin una marina mercante fuerte y una industria naval con apoyo estatal, la Argentina continuará perdiendo competitividad y presencia en el Atlántico Sur y la Antártida.