El aniversario de la ciudad de Mar del Plata le permitió a residentes y turistas conocer algunas de las embarcaciones que tiene nuestro país para defensa y estudios del Mar Argentino.
Siempre causa sensación poder ver y visitar la emblemática Fragata Libertad. Su imponencia, estructura e historia son un motivo de atracción para todos.
Los festejos del sesquicentenario de la ciudad más conocida del interior argentino también posibilitaron la llegada de otro buque señero que va camino a cumplir cien años: el motovelero de la Prefectura Naval Argentina Dr. Bernardo Houssay.
PESCARE visitó la embarcación, donde fue recibido por su capitán, prefecto Juan Pablo Cardiello, quien contó las actividades que desarrollan a bordo e hizo una síntesis de la historia del buque, que también fue capitaneado por el prefecto mayor Rodolfo José Cattaneo, quien recibió a esta Editorial y narró su experiencia.
El cuidado de la embarcación no permite deducir que la misma fue alistada para su primer viaje en el año 1931, ni mucho menos darse cuenta de los millones de millas náuticas navegadas.
La visita no fue solo protocolar ya que previo al arribo a la ciudad, y a través de un convenio con el INIDEP, a bordo del buque se realizan trabajos referidos a la Estación Permanente de Estudios Ambientales –en cercanías de Miramar-.
“Ahí hacemos estudios de la columna de agua y con equipos que trae el INIDEP, como en este caso un radiómetro (instrumento para detectar y medir la intensidad de energía térmica). En el buque usamos redes de zoo y fitoplancton y se utiliza la roseta oceanográfica, con el CTD que es un equipo que mide conductividad, temperatura y salinidad”, relata el capitán del “Houssay”.
“Este es un estudio que se hace con bastante habitualidad y que tiene muchos años ya. El anterior había sido previo a la pandemia, se hizo otro en el 2023 también de estudio de la columna de agua en el Golfo San Matías. Tenemos una tripulación de 30 personas, entre personal de PNA, científicos e investigadores cuando se hacen este tipo de estudios”.
Cardiello describió la gran capacidad de navegación que tiene el buque, algo que mejoró aún más luego de los trabajos en SPI Campana, donde se le realizó un cambio de hélice por la actual de tres palas –tenía uno de cinco-, con el mismo paso y el mismo diámetro, ganando de ese modo mucha velocidad, la que hoy puede ir desde los 9,5 a los 10 nudos promedio.
“La vela se utiliza ganar estabilidad en el barco. En caso de un temporal, nosotros lo que decimos es ‘apoyar’ el barco, para que no cabecee tanto y vaya ‘surfeando’ más. Si uno quiere ir a vela tiene los dos generadores prendidos, el motor lo apaga y frena la línea de eje, eso queda todo sin nada. Ahí se puede ira a cuatro nudos, cinco nudos con toda la furia y todas las velas arriba: de proa a popa, yankee, trinquetilla, mayor y mesana.”, describe el prefecto.
El buque fue inscripto por la Prefectura el 29 de abril de 1998 a través de un convenio entre el CONICET y la Autoridad Marítima, donde se comenzó con su reconstrucción y modernización, cuando algunos tenían en mente convertirlo en un museo flotante de las Ciencias del Mar.
“Uno de los pioneros para traer el barco a la Argentina fue precisamente el Dr. Bernardo Houssay y en su honor se le dio el nombre, no sólo por eso sino por haber sido el primer Premio Nobel Argentino” cuenta el prefecto Cardiello.
El prefecto relata la historia del buque es más que interesante, se lo ve apasionado en su relato y permite el aporte del primer oficial del motovelero Marcelo José Alegre, quien destaca “la excelente relación que se mantiene con los investigadores. A bordo hay reglas y medidas de seguridad que se cumplen a rajatabla, tenemos un gran nexo entre los científicos y técnicos tanto de la Prefectura como del INIDEP.”
En el momento de ser primero oficial, el ahora capitán del buque Cardiello relata el viaje que realizaron a Perú a través del Estrecho, pasando por todos los canales fueguinos, calificándolo como “algo único, fue la primera vez que un barco de estas características hace tamaña travesía. Salimos sobre fines de agosto de un año y volvimos en diciembre del mismo año”.
Tanto el capitán como el primer oficial, recuerdan con humor como encontraban en las aguas del sur argentino, distintas especies de peces sobre la cubierta, los que por la noche caían en el lugar, llenándose de “peces voladores” tal como lo recuerdan.
“En el cruce por los canales fueguinos colaboraron prácticos y pilotos chilenos, con una total confraternidad y respetando las leyes del mar”, manifiestan.
Una parte de la historia del buque también lo tuvo como protagonista al actual jefe de la Prefectura Naval Mar del Plata Prefecto Mayor Rodolfo José Cattaneo, quien ante la charla con PESCARE, esboza una enorme sonrisa al recordar aquellos días a bordo del “Houssay”:
“Fui capitán del motovelero “Dr. Bernardo Houssay en el 2017 y 2018. Hice dos campañas antárticas, estaba en el “Mantilla” (GC-24) como primer oficial y embarqué como capitán en el Mantilla a la Antártida, en apoyo del motovelero justamente”, recuerda Cattaneo.
“Haber sido capitán del motovelero fue una experiencia espectacular. Yo nunca había navegado a vela, o he estado comandando un buque a vela y la verdad que fue algo único. Aprendí rapidísimo. Es un barco muy especial porque vos tenés varias facetas: la parte investigativa, que es una parte muy especial, nosotros armamos protocolos de convivencia con los científicos, para orientarlos, apoyarlos, ellos tienen que agregarse al régimen que vos tenés a bordo. Como comandante tenés que gestionar esa gente, para que todo sea armonioso, porque si no, imagínate; donde y cuando salir a fumar por ejemplo, los horarios para comer, un sinfín de cosas que hacen a la convivencia a bordo”, relata el prefecto mayor Cattaneo en una charla muy distendida.
Recordando también la metodología de navegación, el ex capitán del motovelero recuerda que “aprovechamos muchísimo los dos años de campaña, tuvimos muchas navegaciones largas a Ushuaia por ejemplo y casi todas las hicimos a vela. Yo donde podía acomodar el barco y subir los trapos, lo hacía. El buque navega a vela mucho mejor que con el motor solo”.
¿Cuál es la diferencia en las sensaciones de navegar de una u otra forma?
El barco mucho más estable y la experiencia de navegarlo a vela, porque son casi 750 metros cuadrados de vela y que cuando vos podías desplegar todo, era espectacular y en los casos que había mucho viento, vos ponía poquita vela, y con esa poquita vela el barco iba muy cómodo, bien asentado. Se sufría mucho menos los días de mucho viento de mar medio encrespado.
¿Esas campañas también contaron con investigadores del INIDEP?
Cuando llegué al buque, lo primero que hice fue con presentarme con todos los institutos oceanográficos y empecé a armar una agenda, ofreciendo al buque como plataforma científica. Hacíamos una aproximación, después eso se autorizaba, se reglamentaba y cada uno de los institutos recibía el dinero, la beca por el CONICET para hacer la campaña. Los dos años trabajamos muchísimo.
¿De qué se trataron las campañas que le tocó comandar?
Hicimos campañas de investigación con el INIDEP. Pudimos hacer una por mes en los dos años, donde hicimos la EPEA, como se hizo días atrás y tuve la satisfacción de organizarla yo mismo, ya que el barco venía por los 150 años de Mar del Plata y sé que es una campaña muy importante.
¿Qué tiene de particular esa campaña que se realiza desde hace tanto tiempo?
Primero que hace más de 25 años que se viene haciendo, segundo que es una Estación Permanente de Estudios Ambientales. Es un estudio sencillo donde se mida la columna de agua y se sacan las distintas características del agua en las distintas facetas su profundidad, es decir arriba, en el medio y agua en profundidad, se saca fito y zoo-plancton para ver la calidad de los recursos, lo que es en definitiva el alimento para toda la cadena.
Se trata de estadísticas a lo largo del tiempo, donde los propios científicos hacen su doctorado respecto a eso, como lo hizo la Dra. Guillermina Ruiz, donde su tesis final se trató de la Estación Permanente, frente a Miramar.
Se trabajó mucho en Puerto Madryn con el motovelero, trabajamos con el IADO en Bahía Blanca, donde ellos hacen la salida del cañón de la ría, todo hasta las 200 millas y hacen toda la parte costera también. Trabajamos mucho en el canal de Beagle también y las campañas antárticas que son entre treinta y cuarenta estaciones.
¿Qué curiosidades recuerda de esos dos años a bordo del buque?
Muchísimas, ya el barco, al tener ese mástil tan grande de 50 metros de altura, hace que el buque no maniobre como todos los buques. Un buque con palos, no maniobra igual que uno sin palos. Por ejemplo un pesquero va a maniobrar muy distinto a lo que maniobra este buque, porque cuando hay un poco de viento siempre lo va a correr, lo va a sacar de su situación normal.
Con un poco de viento, el palo hace vela y articula toda la parte de estabilidad. (detalles que sin dudas muestran al hombre el saber sobre el buque). Uno planificaba una maniobra y terminaba haciendo otra por esas circunstancias. Una cuestión muy particular era en la Antártida. Un día nos despertamos y estábamos rodeados de hielos. Se habían subido arriba de la cadena, del ancla, pero eso era muy común en la Antártida. Nos han tocado a bordo días de mucha lluvia, de mucha tormenta. Hemos estado cuatro o cinco días de una navegación en Ushuaia con mucha tormenta también. Un barco a vela es mucho más personal, mucho más humano diría yo.