En el Atlántico suroccidental hay noches que ya no parecen marÃtimas sino urbanas, un rosario de destellos frÃos, blancos verdosos, alineados como un litoral artificial, se enciende justo donde termina la jurisdicción argentina. No son ciudades. Es una flota. Un dispositivo industrial de captura que vuelve con puntualidad estacional a la frontera de las 200 millas —la célebre “Milla 201â€â€” para interceptar al calamar cuando abandona la Zona Económica Exclusiva (ZEE) y se proyecta hacia el talud y las aguas internacionales.
Lo que desde tierra se percibe como “invasión†es, en rigor, un rito logÃstico perfectamente aceitado: una migración anual de buques poteros (y naves de apoyo) que rota entre el PacÃfico y el Atlántico, sostiene su permanencia con reabastecimiento y transbordos en alta mar, y explota un recurso transzonal allà donde la gobernanza se vuelve porosa o directamente inexistente.
El itinerario: dos océanos, una sola zafra y un corredor obligado
El patrón más nÃtido de esta “caravana†fue reconstruido con datos satelitales por Global Fishing Watch: a comienzos de año, la flota asiática se parte en dos brazos operativos. Entre enero y abril, un contingente trabaja en el PacÃfico (área adyacente a Galápagos) mientras otro ya se encuentra faenando en el Atlántico, frente a Argentina. En mayo, ambos abandonan sus caladeros: los buques que estaban en el Atlántico emprenden un tránsito de unas 4.000 millas náuticas, cruzan el Estrecho de Magallanes y se reagrupan con el resto frente a Perú; luego, entre mayo y septiembre, el conjunto se desplaza por aguas internacionales del PacÃfico oriental y el borde sur de la ZEE peruana.
Ese mapa, de por sà elocuente, se complementa con una precisión clave para entender lo que ocurre frente al Mar Argentino: hacia noviembre, “centenares†de buques que venÃan operando frente a Ecuador, Perú y Chile cruzan cada año hacia el Atlántico por Magallanes para instalarse del “lado argentino†de ese corredor. En los últimos ciclos, además, se observa una reconfiguración de escalas y refugios; puertos del norte chileno (Arica, Iquique) aparecen como apoyo logÃstico creciente, sin desplazar del todo el rol histórico y hegemónico de Montevideo.
La maquinaria: poteros, “luces†y una logÃstica que evita el puerto
El potero contemporáneo es un artefacto de eficiencia luminosa: jiggings automatizados, baterÃas de lámparas (en el PacÃfico se documentan equipos de hasta 170 luces por buque) y un régimen de trabajo continuo que transforma el mar en una constelación visible incluso en sensores nocturnos.
Pero la clave estratégica no está solo en el anzuelo sin rebaba de la potera ni en el resplandor. Está en la autonomÃa. Investigaciones recientes describen flotas que permanecen meses y, a veces, años sin tocar puerto, porque repostan, se reaprovisionan y descargan mediante buques nodriza en alta mar —reefers para transbordo y tanqueros para combustible—, reduciendo al mÃnimo la exposición a inspecciones y controles portuarios.
El calamar argentino (Illex argentinus) no “pertenece†a una sola carta náutica, su ciclo vital es veloz, anual, y su ruta migratoria atraviesa la ZEE y se derrama hacia el talud. Según la investigadora Marcela Ivanovic (INIDEP), el stock sudpatagónico se encuentra en tallas comerciales durante febrero al sur de 45°S sobre la plataforma y comienza a migrar al este; en ese desplazamiento hay una franja —aproximadamente entre los paralelos 45° y 48°S— donde el recurso sale por fuera de las 200 millas en una plataforma que tiene 200 metros de profundidad y queda accesible para la flota extranjera. En el stock bonaerense-norpatagónico, la ventana vuelve a abrirse más adelante; entre mayo y junio la flota externa también puede acceder al escaso recurso que queda, pero al ser barrido por congeladores uruguayos en ZCP, los rindes diarios sno son suficientes para que la flota extranjera se movilice a ese lugar; prefieren volver a migrar aguas afuera de Perú.
Ese dato explica dos escenas que suelen confundirse:
- La llegada temprana (noviembre): los buques se posicionan con anticipación por razones logÃsticas; de hecho, se advierte que en esos meses “prácticamente no encuentran calamar†en la zona, por lo que el impacto directo sobre la biomasa serÃa bajo en ese tramo inicial.
- La concentración fuerte (febrero–mayo): cuando el Illex migra hacia el talud y cruza el borde de la ZEE, la Milla 201 se vuelve un embudo; la última barrera antes de dos escenarios finales, o muere o es capturado, allà se pesca lo que se puede sin ningún tipo de control ni fiscalizacion.
La escala: cuántos son, de qué banderas, cuánto aumentó el esfuerzo
La dimensión del fenómeno ya no es anecdótica: un informe de Environmental Justice Foundation (EJF), basado en datos AIS procesados, identifica un promedio anual de 343 buques poteros operando en la Milla 201 durante 2019–2024 (y advierte que el número real podrÃa ser mayor por buques sin AIS). En esa composición, dominan banderas y capitales del Asia pesquera, China (74,6%), Taiwán (18,0%) y Corea del Sur (6,7%) (este último con una flota modernÃsima de gran poder extractivo); y, lo más sensible, el esfuerzo creció con fuerza: las horas de pesca aumentaron 65% entre 2019 y 2024.
En 2024, siempre según EJF, mientras 68 poteros argentinos registraron unas 59.277 horas de pesca aparente dentro de la ZEE, en el área adyacente “sin mando†operaron 296 poteros extranjeros con 248.124 horas: más de cuatro veces la intensidad, sobre el mismo stock transzonal.
Dentro de la ZEE hay administración; fuera, el tablero es pesca olÃmpica
La paradoja es quirúrgica. Dentro de aguas argentinas existe una arquitectura de manejo y administración; monitoreo cientÃfico, cierres, control de desembarques y transbordos, y una meta explÃcita de “escape biológico†(40%) para asegurar reclutamiento. La Prefectura Naval Argentina, combina AIS, imágenes satelitales, radar y patrullas para disuadir incursiones, que en años recientes se habrÃan reducido de forma marcada.
Apenas cruzada la lÃnea, en cambio, el recurso entra en un régimen de explotación sin coordinación regional, sin evaluación cientÃfica integrada ni reglas de cosecha compartidas: el escenario ideal para que una mala combinación de baja biomasa y condiciones ambientales adversas precipite un colapso, riesgo particularmente alto en especies de vida corta como los calamares.
Hubo gestos unilaterales —por ejemplo, una moratoria espacial/temporal china del 1 de julio al 30 de septiembre, cuestionada por su alcance y que se sugiere discontinuada desde 2024—, pero sin un marco regional esa clase de medidas opera más como señal polÃtica que como gobernanza efectiva.
Y aquà aparece la causa estructural, el Atlántico Sur carece de un organismo regional que ordene esta pesquerÃa de calamar en alta mar; y la disputa de soberanÃa en el entorno de Malvinas ha sido señalada como un factor que entorpece —cuando no bloquea— la construcción de reglas comunes.
En juego, la red trófica (y derechos humanos)
El Illex, como la anchoita en otros espacios, no es un “recurso†en abstracto, es una especie eje en la red alimentaria, un vector de transferencia de nutrientes en migraciones de gran escala y una presa crÃtica para peces comerciales y predadores superiores (mamÃferos marinos, aves). Un derrumbe poblacional no serÃa un problema sectorial; serÃa un golpe sistémico.
A la vez, el diagnóstico contemporáneo agrega un componente incómodo: denuncias de abusos laborales y de prácticas ilegales asociadas a flotas de aguas distantes mas la subvencion de gobiernos que aprovechan su permanencia para documentar pertenencia.






