Tras 48 horas de paralización y bloqueos en los principales puertos del norte, los pescadores artesanales de pota o calamar gigante (Dosidicus gigas) alcanzaron un acuerdo con el Ministerio de la Producción (Produce), lo que permitió restablecer el tránsito y normalizar las operaciones en Paita, La Unión, Bajo Piura y Sechura, comunidades costeras que viven de la pesca artesanal en el litoral norte del país..
El entendimiento, suscrito con el viceministro de Pesca y Acuicultura, Jesús Eloy Barrientos Ruiz, dispone el traslado de la veda biológica al mes de noviembre y la autorización de cinco salidas fijas de pesca para lo que resta del año: dos en octubre, una en noviembre y dos en diciembre. Cada embarcación deberá además entregar tres ejemplares completos por faena al Instituto del Mar del Perú (IMARPE), con el fin de reforzar los estudios sobre tallas, madurez y comportamiento reproductivo del recurso.
Un recurso clave bajo presión
El acuerdo llega en un momento de máxima tensión para la pesquería artesanal más importante del país. En 2024, el desembarque oficial de pota alcanzó apenas 188.300 toneladas, lo que representó una caída del 69,7 % respecto a 2023, afectando de manera directa a más de 20 000 pescadores artesanales.
La drástica disminución de capturas derivó en una revisión integral del Reglamento de Ordenamiento Pesquero (ROP) y en el establecimiento de una cuota nacional de 499.683 toneladas para ese año. Sin embargo, la temporada 2025 ha marcado un giro histórico: hasta septiembre, los desembarques acumulaban 521.198 toneladas, equivalentes al 93 % de la cuota original de 559.804 toneladas, motivo por el cual el gobierno autorizó una ampliación del límite máximo anual a 572.804 toneladas.
Estas cifras reflejan una recuperación significativa de la biomasa del calamar gigante, tras los impactos del fenómeno de El Niño, con un incremento en el peso promedio de los ejemplares a 5,02 kg, superando el registro anterior de 4,20 kg.
Equilibrio entre sostenibilidad y subsistencia
Los gremios artesanales celebraron el acuerdo como un alivio temporal, que permitirá reactivar ingresos y mantener operativa la flota en los meses finales del año. Sin embargo, insisten en que las medidas deben ser acompañadas por mayor participación en la planificación pesquera y criterios de equidad regional, dado que la pota representa la principal fuente económica de las comunidades costeras de Piura y Tumbes.
Desde el ámbito técnico, Produce y IMARPE sostienen que las nuevas disposiciones —control satelital obligatorio, trazabilidad digital, observadores científicos y entrega de muestras biológicas— constituyen un avance en la gestión sostenible del recurso, indispensable para preservar su productividad a largo plazo.
Este lunes, 13 de octubre de 2025, está prevista una nueva reunión de seguimiento entre los gremios y la autoridad pesquera para evaluar el cumplimiento de los compromisos.
Un desafío de gobernanza y administración pesquera
La pesquería de pota peruana se ha consolidado como una actividad estratégica de escala global, situando al Perú entre los principales productores de calamar gigante del mundo, junto con China. Sin embargo, el desafío excede la captura: el país enfrenta la necesidad de consolidar un modelo de gobernanza que equilibre sostenibilidad biológica y estabilidad social.
En un escenario donde cada tonelada extraída se analiza con precisión casi quirúrgica y cada faena repercute en la economía inmediata de las comunidades costeras, el Perú ya no dispone del privilegio del error.
El manejo del calamar gigante se erige hoy como una verdadera prueba de madurez institucional: un punto de convergencia entre la ciencia, la política y la subsistencia, donde cada decisión, cada cifra y cada decreto trazan el límite entre la sostenibilidad del recurso y la estabilidad de quienes dependen de él.
En esa delgada frontera —entre la abundancia y la prudencia, entre la urgencia social y la responsabilidad ambiental— se juega no solo el equilibrio del mar, sino también el porvenir de miles de familias que encuentran en la pesca de calamar gigante, el pulso mismo de su estabilidad económica y sustento como medio de vida.