En el marco de una estrategia para diversificar la economía provincial y atraer nuevas inversiones, la empresa estatal Santa Cruz Puede S.A.U. firmó un importante convenio con las compañías chinas Hong Dong y Hexarmonia Capital S.A., orientado a fortalecer la industria pesquera y otros desarrollos de valor estratégico en territorio santacruceño. La iniciativa forma parte del plan de cooperación internacional impulsado por el gobernador Claudio Vidal, quien lideró las gestiones para concretar este acuerdo.
El presidente de Santa Cruz Puede, Gustavo Sívori, destacó la trascendencia del convenio y lo definió como “el hito más importante en la historia de la empresa”. En sus palabras, “esta firma refleja una decisión estratégica del gobernador Claudio Vidal, quien acompañó cada paso de este proceso para asegurar su concreción”.
El acuerdo se da en el contexto de una agenda de trabajo conjunta con la República Popular China, que busca atraer inversiones en sectores clave para el desarrollo de Santa Cruz. La semana pasada, esta hoja de ruta fue presentada oficialmente ante autoridades diplomáticas y empresarios del país asiático, en una jornada orientada a afianzar los vínculos productivos entre ambas partes.
La alianza con Hong Dong y Hexarmonia marca el comienzo de un camino que apunta a generar empleo, incorporar tecnología y aumentar la producción local. La industria pesquera, fundamental para las comunidades del litoral atlántico, y otros sectores con potencial para expandirse en la región, son los primeros en beneficiarse con esta cooperación.
Desde la empresa provincial señalaron que el objetivo es claro: convertir inversiones en trabajo real y desarrollo concreto para los santacruceños. En esa línea, Santa Cruz Puede S.A.U. reafirma su rol como plataforma pública para atraer inversiones tanto nacionales como extranjeras, articulando con empresas del sector privado en un marco de desarrollo sostenible.
Este convenio posiciona a Santa Cruz como un actor estratégico dentro del entramado de cooperación internacional, y representa un paso firme hacia una economía más diversificada, moderna e inclusiva. La firma no solo abre nuevas oportunidades productivas, sino que también refleja una nueva visión de gestión: una provincia abierta al mundo, comprometida con el crecimiento y el bienestar de su gente.
Hexarmonia Capital S.A.
En un acontecimiento que ha despertado tanto expectativas como interrogantes, una joven empresa radicada en Quilmes, provincia de Buenos Aires, ha sido presentada oficialmente como la socia argentina de la reconocida pesquera china Hongdong Fisheries Co. Ltd.
La firma nacional, Hexarmonia Capital S.A., fue constituida hace apenas dos años con un capital social inicial de cien mil pesos argentinos y posee domicilio legal en la residencia particular de uno de sus dos socios fundadores.
A pesar de su incipiente trayectoria y modesta estructura societaria, Hexarmonia Capital se posiciona ahora como interlocutora local en un ambicioso proyecto de inversión extranjera. Según lo anunciado por el gobernador de Santa Cruz, Claudio Vidal, la alianza con Hongdong Fisheries contempla un desembolso proyectado de doscientos millones de dólares en la provincia patagónica, destinado al desarrollo productivo en el sector pesquero.

El anuncio se concretó durante una visita oficial a Santa Cruz, en la que participaron Jonatan Tor, presidente de Hexarmonia Capital S.A.; Lan Pingyong, presidente de Hongdong Fisheries; y Lin Xianouai, vicepresidente de la misma compañía. Acompañados por autoridades provinciales, recorrieron diversas localidades con el propósito de evaluar el potencial productivo regional y definir posibles áreas estratégicas para la inversión.
Este acontecimiento, envuelto en un aura de promesa y cautela, marca un hecho relevante en el vínculo económico entre actores emergentes locales y grandes corporaciones internacionales, con la mirada puesta en el desarrollo sustentable del litoral patagónico argentino.
Preocupación latente en negocios poco transparentes
El reciente convenio firmado entre Santa Cruz Puede SAU y las empresas chinas deja algún interrogante. Conociendo y anteponiendo las reales intereses del gobierno chino en el control geopolítico y estratégico del Atlántico Sur y su paso natural bioceánico, detrás de los discursos de cooperación internacional y modernización productiva, se cierra una pregunta ineludible: ¿a qué intereses sirve realmente esta apertura? maxime cuando detrás de cada empresa china existe un gobierno que subsidia y tiene otros intereses en su accionar.
En un contexto donde la necesidad económica suele convertirse en vulnerabilidad estratégica, la Patagonia argentina —con su vasta extensión, recursos naturales y ubicación geopolítica clave— se transforma en un punto de alto valor para actores externos que buscan afianzar su presencia en el Atlántico Sur. Quizá no sea el caso de esta empresa puntualmente. La entrada de empresas chinas al entramado productivo de Santa Cruz podría no responder únicamente a cuestiones industriales o comerciales, sino funcionar también como una vía encubierta para establecer nodos logísticos que favorezcan a las flotas pesqueras que operan, muchas veces de forma predatoria, en los límites de la milla 200.
China, cuyo historial en materia pesquera incluye múltiples denuncias por sobrepesca, violaciones a normativas internacionales y transgresión a derechos humanos a bordo, no ha ocultado su interés en asegurar posiciones estratégicas que le permitan operar con mayor eficiencia en zonas de alto valor biológico y económico. La cercanía desde los puertos de Santa Cruz al caladero argentino —uno de los más codiciados del mundo— no es un dato menor: una base terrestre, aunque justificada bajo el argumento del desarrollo pesquero, podría convertirse en un punto de abastecimiento y control logístico para flotas extranjeras.
El argumento de una “provincia abierta al mundo” suena bien en los discursos, pero abre interrogantes cuando se trata de abrir también el territorio a capitales que no siempre juegan con reglas claras ni intereses compartidos . Las inversiones deben ser bienvenidas cuando fortalecen la soberanía, el empleo local y la protección de los recursos; pero deben ser observadas con cautela cuando pueden comprometer la integridad territorial o facilitar operaciones externas que escapan al control del Estado argentino.
Hoy más que nunca, el desarrollo no debe confundirse con dependencia . Santa Cruz y la Argentina toda deben pensar estratégicamente cada paso que se da hacia el exterior, especialmente cuando ese exterior tiene objetivos propios, recursos ilimitados y antecedentes preocupantes. Como antecedente es imperativo recordar la base china en la patagonia. ¿Alguien sabe qué hace y quién controla lo que se hace allí adentro?.
La existencia de una base aeroespacial china en la Patagonia argentina —construida y operada por el régimen de Beijing en la provincia de Neuquén— plantea serias preguntas sobre soberanía, transparencia y control territorial.
Aunque oficialmente marcada en un “acuerdo de cooperación científico-tecnológica”, la base instalada en Bajada del Agrio, que pertenece a la Agencia China de Lanzamiento y Seguimiento de Satélites (CLTC) —una entidad dependiente del Ejército Popular de Liberación— opera con un nivel de autonomía que genera inquietud en el ámbito político, académico y militar argentino.
Goza de exenciones impositivas, inmunidad diplomática y, lo más preocupante, un nivel de secretismo que impide al Estado argentino ejercer un control efectivo sobre lo que allí sucede . El convenio entre la Argentina y China, firmado en 2012 y ratificado en 2015, establece que el uso de la base es «exclusivamente pacífico«, pero no hay mecanismos sólidos que garanticen ni supervisen que dicha cláusula se cumpla como lo pactado.
En un país que ha sido históricamente celoso de su integridad territorial y que aún mantiene disputas abiertas por la soberanía de las Islas Malvinas, resulta paradójico —y alarmante— que se haya permitido la instalación de una infraestructura extranjera de carácter estratégico en el corazón del sur argentino, sin consulta pública, sin auditorías independientes y bajo una narrativa edulcorada de cooperación internacional beneficiosa para los intereses argentinos.
Abrir las puertas sin garantías ni límites claros en materia pesquera, puede significar mañana perder también el control del preciado y rico mar argentino, entre otros aspectos menores de la vida geoestratégica y soberana argentina.