El tiempo transcurre sin tregua y, con él, las distintas etapas hacia un colapso pesquero. A mediados de febrero, el segmento de buques tangoneros congeladores expuso ante la opinión pública que no pescaría “al norte” —aguas nacionales fuera de la Zona de Veda Permanente de Juveniles de Merluza— debido al desfase entre el valor de referencia del langostino para el cálculo de la producción para liquidar los haberes de la marinería y el valor internacional de comercialización percibido.
El gremio defiende con razón la vigencia de un convenio colectivo firmado y homologado; además cuestiona que la controversia nunca se haya planteado en los ámbitos formales, ni se haya reconocido esa omisión. Del lado empresario, el argumento es igual de rotundo y razonable: no se puede salir a pescar para perder dinero cuando la rentabilidad del langostino entero congelado a bordo es negativa.
Cuando el Consejo Federal Pesquero autorizó la pesca tras los informes alentadores del INIDEP, el lunes 17 de marzo de 2025, ningún tangonero zarpó excepto el Mar Sur, con los mismo problemas de ecuación económica por lo que otros decidieron quedar amarrados. La flota quedó amarrada.
Bajo la amenaza de replicar la no zarpada a operaciones de pesca de esa especie, dentro de la veda, cinco cámaras de buques fresqueros adhirieron a la medida; sin embargo, en los muelles varias unidades de ese segmento preparan sus artes, de modo que el rumbo de los fresqueros es todavía un misterio a las puertas de la apertura a prospección fijada para el 28 de mayo.
El 23 vence el plazo para inscribir las embarcaciones que integrarán la primera prospección de langostino y el panorama es tan volátil como incierto. Las empresas congeladoras reiteran que no habrá zarpe mientras no se pacte con los gremios la reducción del treinta por ciento en el valor de referencia —actualmente 5.800 dólares la tonelada— que incide sobre la liquidación complementaria por producción. Ni siquiera existe aún una presentación formal ante la Secretaría de Trabajo, que recién citará a la parte empresarial el próximo jueves donde evidentemente acompañarán la defensa de su justificada razón con documentación que avale su proceder.
Si para el 23 de mayo, no se alcanza el número mínimo de buques anotados, la prospección deberá aplazarse.
Entre los fresqueros la encrucijada no es menor pero de apariencia más simple de resolución -parece-. La mayoría exige modificar el plan de manejo: más horas de marea y un ajuste a la velocidad nocturna. En Mar del Plata, ALFA y UdIPA, junto con armadores patagónicos, decidieron por unanimidad no nominar barcos ante la negativa del CFP de dar lugar a sus reclamos. En materia estrictamente numérica armadores independientes -por fuera de esas cámaras- negocian con gremios, que pidieron para el sector («extraoficialmente»), un 35% más que los valores de «tablitas» del año pasado, mientras del sector armador ofrecen el mismo precio de la temporada 2024. De encontrar un acuerdo probablemente la flota fresquera salga a hacer la prospección; Conarpesa tampoco enviará fresqueros y mantendrá su planta cerrada hasta la reapertura a la pesca en aguas provinciales simplemente porque los costos superan el precio de venta. Mientras tanto, llegó a Buenos Aires hace instantes, el flamante buque pesquero de Conarpesa Don Juan Álvarez, recientemente botado en Vigo, testimonio de inversiones que hoy carecen de horizonte certero.
El diseño técnico del Programa Langostino necesita veinte barcos —dieciséis congeladores y cuatro fresqueros— para cubrir cuatro subáreas durante cuatro días. Con menos unidades, el muestreo será inválido y la prospección se declarará desierta. El Consejo Federal no volverá a reunirse hasta el 28 de mayo, la misma fecha señalada para largar la prospección, así que no habrá instancia política capaz de destrabar el conflicto a tiempo en el marco del CFP. Aún si se convoca a una mesa de negociación, la distancia entre CAPeCA, CAPIP, CEPA y el SOMU parece insalvable, y luego vendría otra pulseada con el SICONARA y Capitanes, verdaderamente todo luce como una gran utopía de desenlace imprevisto.
El telón de fondo económico agudiza la tensión. En medio de un conciliación obligatoria dictada por el Ministerio de Capital Humano a través de la Secretaria de Trabajo, dictada a raíz de un cese de actividades declarada por el SOMU a partir de las 00:00 horas del dia 9 de mayo pasado. Ese mismo día se dictó la conciliación obligatoria que estira los plazos de operaciones hasta el próximo 30 de mayo.
El camarón de cultivo vannamei caló profundo en el mercado del langostino salvaje argentino; el precio se desplomó y las plantas de procesado del complejo langostinero de Rawson y Puerto Madryn tienen stock de la última zafra chubutense aun sin vender. Algunos armadores prolongan la temporada de calamar, hoy rentable, y aplazan cualquier riesgo. Nadie quiere ser el primero en soltar amarras si el resto no acompaña.
Todo permanece en pausa: las decisiones técnicas están tomadas, el calendario firmado, pero los protagonistas siguen enfrentados y el reloj corre. Salvando las lamentables diferencias, el buque escuela «pesca» liderado por legendarios armadores parece tan a la deriva y con el mismo destino final que el buque escuela mexicano. La deriva y el abatimiento en un buque sin gobierno parece no poder evitar el colapso. La nave de la pesca va rumbo a las piedras, y no hay quien tome decisión a bordo, claramente quienes llevaron a esta condición, difícilmente sean los mismos que puedan aportar soluciones. El colapso parece inevitable y la posibilidad de ingresos de divisas y generación de trabajo parece debilitarse en el sector pesquero, al menos por este año.
En una pesquería tan sensible, cada día sin acuerdo acerca el vacío que la competencia extranjera aprovecha sin remordimientos. Cancha libre para el vannamei ecuatoriano que no detiene su produccion, proyectando para esta año 1.5 millones de toneladas (7.5 veces lo que se pesca en Argentina). El conflicto ya no gira solo en torno a los barcos: pone en cuestión la propia viabilidad económica, laboral y social del modelo pesquero argentino. No es poco lo que está en juego.