Dos pueblos con valores e intereses antitéticos en un mismo territorio y tratando de imponerse políticamente el uno al otro, siempre fue una excelente receta para el fracaso y la destrucción, no obstante, tomando esto como antesala y salvedad de nuestra nota encontramos a Argentina en un punto de inflexión histórico, marcado por una profunda transformación en su modelo económico y político.
Este cambio, liderado por el gobierno electo hace poco más de un año, representa una ruptura con las prácticas del pasado y plantea un nuevo enfoque basado en la austeridad, la disciplina fiscal y la meritocracia. Como bien se indicaba en antaño, “lo único constante es el cambio”, y en este caso, el cambio no solo es inevitable, sino necesario para el futuro del país.
El nuevo paradigma económico argentino se sostiene en un principio elemental, pero durante mucho tiempo descuidado: no gastar más de lo que ingresa. Esta verosimilitud económica representa una corrección fundamental a las políticas de emisión monetaria descontrolada que caracterizaron años de gestión pública. En un contexto donde la inflación actuaba como un mecanismo que permitía ocultar ineficiencias, la administración actual ha dado un giro drástico al detener esta «cinta transportadora» que, sin esfuerzo aparente, beneficiaba a todos los sectores de la economía y a sus trabajadores participantes.
El Fin de la Cinta Transportadora de la Inflación
Durante años, el modelo inflacionario permitió a las empresas acumular ganancias sin necesidad de una gestión eficiente. Las empresas de índole exportadoras se benefician. La devaluación constante de la moneda local convertía el endeudamiento en una estrategia rentable, donde el valor de los stocks aumentaba al compás de la depreciación. Sin embargo, este sistema ha llegado a su fin. El gobierno ha logrado una reducción significativa de la inflación, llevándola al 2.8%, un logro extraordinario si consideramos que el país estaba al borde de la hiperinflación. Dando cabal comprensión en esa idea que, “la inflación es el impuesto que no legisla el parlamento”, y su eliminación ha cambiado radicalmente las reglas del juego.
En este nuevo escenario, las antiguas estrategias empresariales, que dependían de la inflación para subsistir, han quedado obsoletas. La gestión eficiente y la capacidad de adaptación se han convertido en requisitos esenciales para prosperar. Como afirmó Kant, “la sabiduría es el conocimiento de los límites”, y la Argentina de hoy enfrenta ese límite, imponiendo la necesidad de operar con una eficiencia nunca antes vista. Con el cambio de paradigma, cambió el modelo y matriz productiva de generación de riqueza del país, que por el momento parece poca pero es genuina y que a futuro inmediato, depende inexorablemente de nuevas inversiones que son una verdadera incógnita en el tablero de las especulaciones.
El Auge de la Meritocracia
La meritocracia se erige como uno de los pilares fundamentales de esta transformación. Tal como lo anticipaba Max Weber, “el trabajo arduo y la eficiencia son los cimientos del éxito”, y en esta nueva economía, sólo aquellos que sean capaces de ajustarse a las nuevas demandas prosperarán. Los empresarios que confiaban en la inflación para generar beneficios rápidos ahora se ven obligados a gestionar sus costos con precisión y a optimizar el uso de los recursos. El esquema cambió.
El ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Dr. Federico Sturzenegger, ha sido uno de los principales arquitectos de este cambio y a futuro. En el Coloquio IDEA 2024, dejó en claro que el tiempo de pedir al Estado reducciones de impuestos sin ajustar el gasto ha llegado a su fin. Este nuevo enfoque exige responsabilidad tanto del Estado como del sector privado, y aquellos que no se adapten quedarán rezagados en una economía que ya no tolera la ineficiencia.
Antes de criticar su figura y algunas duras apreciaciones hacia el sector, habrá que entender el espíritu de su pensamiento, “El gobierno les dejó de hacer sombra, es momento para que ustedes puedan hacer”. Parece y es más que una frase, es el compromiso que el Estado en el fondo se correrá de lugar, con todo lo que de ello se desprenda, pero la actividad privada debe asumir ese rol, con compromiso y trabajo.
Buscar las soluciones dependerá de ajustar costos, innovar, crecer y arriesgar; algo que no se sabe si algunos nuevos empresarios de la pesca están capacitados para hacerlo, cuando quienes transitamos por los muelles vemos las toneladas de abadejo y raya como reemplazo de los alicaídos precios de la merluza hubbsi. La cultura del trabajo se ha perdido con las nuevas generaciones, y el facilismo de preponderar la calidad de vida propia por sobre el esfuerzo que demanda el grupo empresario, es un costo que no se sabe si las actuales generaciones estarán dispuestas a aceptar.
Eficiencia en Tiempos de Austeridad
En este contexto, la eficiencia operativa se convierte en la nueva regla de oro, los costos. Las empresas deben replantear cada aspecto de su gestión: desde la elección de proveedores hasta la optimización de procesos. Como decía Benjamin Franklin, “un centavo ahorrado es un centavo ganado”, y este principio cobra una relevancia particular en la Argentina de hoy. La época en la que acumular stocks a la espera de una devaluación garantizaba rentabilidad ha quedado atrás. Ahora, cada decisión debe estar orientada a maximizar el valor y reducir los costos.
El Estado, por su parte, ha iniciado su propio ajuste, y las empresas y los ciudadanos deben seguir ese ejemplo. No habrá soluciones fáciles, ni salvavidas en forma de devaluaciones o reducciones fiscales.
Conclusión
Argentina está viviendo un momento de transición hacia un nuevo modelo económico, basado en la eliminación de la inflación, la austeridad y la eficiencia. El fin de la «cinta transportadora» que antes movía a la economía sin esfuerzo ha dejado a muchos empresarios enfrentando una realidad en la que la capacidad de gestión y la adaptación son las claves para el éxito. Como decía el alumno prodigio del Christ’s College de Cambridge en su vejez después de recorrer miles de millas náuticas en búsqueda de la teoría de la evolución humana, Charles Darwin, “no es la especie más fuerte la que sobrevive, sino la que mejor se adapta al cambio”, y en este caso, la adaptabilidad al nuevo esquema productivo argentino será fundamental. A tener en cuenta los costos, para recuperar rentabilidad.
Este no es un camino sencillo, pero es un camino necesario para construir una Argentina sustentable. El país se enfrenta a una oportunidad única de redefinir sus bases económicas, y aquellos que sepan aprovechar este cambio serán los que logren prosperar en este nuevo paradigma. Sin dudas, “el hombre está condenado a ser libre”, y en esta nueva libertad económica, cada actor deberá asumir la responsabilidad de sus propias decisiones.
Y, como siempre, se expone la opinión al criterio del lector, anticipando que no son 4 los puntos cardinales como tampoco 7 los colores del arco iris, dejando las consideraciones de ésta temeraria dinámica a su juicio, y sugiriendo que no la desconozca…
Buen domingo para todos..!
Por DMC