La Scomber colias (tal su nombre científico) principalmente se distribuye entre los 34° y los 46° de latitud sur, incluyendo los golfos de la Patagonia, diferenciándose entre tres stocks: por un lado norteño – al norte de los 39° S-; el sureño o también conocido como “El Rincón” -entre los 39° y 42°S- y el patagónico -entre los 42° y 46°S-.
El encontrarlo en distintas zonas también marca que a simple vista no se perciban las características diferentes de cada una y su ubicación. A saber: prácticamente durante todo el año se encuentra en la plataforma intermedia, es decir las aguas entre 30 y 80 metros de profundidad con una salinidad de 33,4 a 33,7 UPS.
En la zona costera de Mar del Plata los ejemplares adultos se desplazan acorde a la temperatura del agua, aproximándose a la costa cuando la temperatura en superficie es básicamente inferior a los 20° C, (en agosto fue de 10,1 de acuerdo a los datos del INIDEP) registrados en la Escollera Norte.
En invierno, la especie se puede encontrar a una profundidad de entre 100 y 200 metros, desplazándose en el verano hacia la costa y moviéndose en sentido anti horario.
En la zona de “El Rincón”, durante agosto y septiembre, se lo detecta alrededor de la isobata de 50 metros en salinidades más altas que las de su entorno, mientras que los juveniles se distribuyen fundamentalmente en la región frente a la desembocadura del Río de la Plata, con edades entre 0 y 1 año.
En el verano, los adultos se mantienen en las primeras horas del día a una distancia de la superficie de 6 a 8 metros, mientras que en las horas de mayor luminosidad descienden hasta los 10 y 20 metros, y cuando se superan las 40 millas desde la costa, la especie se mantiene sobre los 10 y 50 metros durante el verano.
Hasta el momento, la mayor edad registrada fue de 13 años, aunque con habitualidad se capturan ejemplares de talla comercial, que tienen entre y 2 y 5 años, cuyas tallas son aproximadamente de 30 a 38 centímetros, destacándose que la talla máxima observada fue de 45 centímetros.
Hasta acá una explicación “técnica” que brindan los especialistas desde los exhaustivos estudios que realizan. Pero el pulso siempre lo marcan los “actores de campo”.
Una amplia recorrida por la banquina chica nos muestra algo que presumíamos. “¿Magrú? Si ves alguno por acá decime que le sacó una foto, no, mejor sacale vos y mándamela” dice uno de los más veteranos en el noble oficio de ir a pescar en las lanchas amarillas, apenado, como otros que se suman a la charla, con una “acusación”. “El pescado no llega porque lo agarran los barcos. Veinte veces te lo dije y vos no me querés creer”, dice con gesto adusto uno de los más jóvenes pero con más de tres décadas en la pesca.
Los números oficiales marcan que en el puerto de Mar del Plata, hasta el 19 de septiembre último se descargaron 3.860,9 tanto del efectivo norte como del sur.
Todo pescado que casi con exclusividad se descarga en el puerto de mayor actividad en la Argentina, seguido desde muy lejos por Puerto Madryn con 2,5 toneladas y apenas 1 del alicaído puerto de San Antonio Oeste.
De acuerdo al relevamiento de PESCARE hay mucha materia prima en cámaras, lo que de algún modo hace que el precio baje.
La producción de caballa comenzó “tarde” en algunas de las conserveras marplatenses. El motivo fue que los buques que pescan de manera directa no estaban operativos, mientras que otros que suelen ofrecer la materia prima, aún “estaban a langostino”.
Comenzado el mes de septiembre, las primeras mareas fueron muy productivas, bodegas llenas que hacían vislumbrar un panorama más alentador para las mareas siguientes, situación que se repitió en los segundos viajes, pero ya no en los siguientes, donde la extracción fue muy escasa.
La incógnita de aquellos que esperan el pescado es saber si se dispersó o ya no se encontrará, al menos por estos días. La idea es que varias embarcaciones vayan detrás del recurso, si es que aparece claro está, por lo que le expectativa bajó notoriamente.
La perspectiva para una de las conserveras era al menos poder hacer entre 600 y 700 mil latas –durante el mes de septiembre- de un producto de alta calidad y muy buscado sobre todo en el ámbito de CABA. Datos de producción que son confirmados por los empleados que realizan el movimiento de latas vacías, “arrancó con todo esto y ahora verás que no todos los días tenemos que trabajar en esto, por eso hacemos otras tareas. Pensábamos que íbamos a tener más días de movimiento de latas, pero al no haber tanta producción no se van a mover por lo menos por varios días”, cuenta Francisco, miembro de la logística de otra de las reconocidas conserveras de origen marplatense.
Al no poder proyectar ingreso de materia prima, sin dudas no pueden calcular una cantidad de latas a producir, sobre todo de cara al mes de diciembre, donde hay un particular alto consumo, siguiendo una regla no escrita que es que a mayor temperatura, mayor consumo de productos enlatados.
No está claro para los compradores si es que se harán del recurso cuando sea el turno de las lanchas amarillas, sobre todo porque en ocasiones no los conforma la calidad, lo que hace también que el precio baje considerablemente en aquellos cajones que se descarguen en la banquina chica.
En el abanico de productos enlatados –de los cuales el consumidor argentino aún no está convencido que es de una enorme calidad y rendimiento- algunos han preferido envasar merluza (HGT), que tenían en sus cámaras.
Sobre los precios las consultas coinciden en un incremento en el mes de septiembre, aunque algunos mantienen aún el valor del mes de agosto (con precios bajos).
Hoy el consumidor, más allá de incentivos en promociones por compras en determinados días o la devolución del 21% del IVA para algunos, cuida su bolsillo y las cadenas de supermercados, más allá de mostrar ofertas, no logran seducir a los compradores que miden su consumo peso a peso.