El 12 de septiembre de 1961, el Presidente Arturo Frondizi firmó un decreto clave para la historia de la industria naval en Argentina.
Este decreto impulsó un ambicioso plan de renovación de la flota mercante del país, creando una estrategia que vinculaba el desarrollo naval con la industria del hierro y acero nacional, y que fortalecía el rol del Estado en el comercio marítimo. La Empresa Líneas Marítimas Argentinas (ELMA), presidida por el Contraalmirante Horacio Esteverena, fue el principal motor detrás de esta iniciativa, marcando el comienzo de un período de expansión que buscaba construir buques en el país y consolidar una flota capaz de atender las crecientes demandas del comercio y el transporte de hidrocarburos.
El plan conocido como «Plan Esteverena» consistía en dos etapas: en la primera se encargaban buques en el exterior, mientras que en la segunda se impulsaba la construcción en astilleros nacionales. La firma de este proyecto representó una visión política de largo plazo para fortalecer la industria naval argentina, un sector que desde entonces ha enfrentado desafíos y altibajos, pero que sigue siendo fundamental para el desarrollo económico del país.
El impacto de este impulso fue tal que se recuerda el 12 de septiembre como el Día de la Industria Naval en honor a este hito.
El sector naval argentino, marplatense, también ha sido testigo de la dedicación de pioneros como Federico Contessi y Horacio Tettamanti, quien sentó las bases para la construcción de los dos buques pesqueros más grandes de la flota argentina construidos en el pais como el BP Luigi y el BP Anita. En Necochea, el ingeniero Hugo Obregozo, de admirable vocación por la ingeniería naval, siendo referente de la industria con su labor en el histórico astillero Vanoli, -el único con capacidad de crecimiento sin límites de espacio a la vera del Río Quequén Salado con acceso a aguas profundas- contribuyendo con reparaciones y asesorías que mantienen viva la excelencia técnica de la industria, galardonando en cada trabajo el sello de calidad que supo adquirir en una intachable trayectoria.
Hace ya décadas, cuando las costas de Mar del Plata comenzaban a consolidarse como un epicentro de la industria pesquera, un joven y decidido hombre llamado Enrique «Chiquito» Godoy llegó con la esperanza de forjar un futuro para su familia. Lo que en un principio era solo un taller de reparaciones, pronto se convirtió en el Astillero TPA, un refugio para quienes, como él, veían en el mar no solo una fuente de trabajo, sino una conexión que los unía con sus orígenes.
Cada barco que se construye o repara en el astillero llevaba consigo no solo los planos de un ingeniero, sino el amor y la dedicación de una familia entera. «Chiquito» junto a sus hijos hicieron de TPA y la industria naval un espacio donde la palabra «familia» adquiría un nuevo significado. Hoy, el legado perdura.
Si bien la industria naval ha enfrentado desafíos a lo largo de los años, como las crisis económicas y políticas de apertura en la década de 1990, hoy más que nunca, este sector se presenta como un motor clave para el crecimiento del país. A pesar de las dificultades, sigue siendo capaz de competir a nivel internacional y de producir con mano de obra argentina productos de altísima calidad.
Durante las recientes Jornadas de Economía Azul en Puerto Madryn, el empresario Domingo Contessi, presidente del Astillero Naval Federico Contessi, ofreció una visión actual sobre la industria naval y su relación con la actividad pesquera.
Al repasar la historia reciente del sector, Contessi destacó la importancia de medidas tomadas en los últimos gobiernos que impulsaron la construcción de barcos pesqueros y la modernización de la flota.
Una de las políticas que marcó un punto de inflexión fue el DNU N° 145/2019, que promovió la construcción de barcos en el país al ofrecer incentivos para los astilleros nacionales. Esta medida permitió que la industria naval experimentara un «brote verde» con un aumento en la demanda de buques pesqueros, reduciendo la antigüedad promedio de la flota de 40 a 34 años entre 2019 y 2023.
Sin embargo, Contessi advierte que la situación actual es más incierta. La construcción de barcos ha disminuido y la industria naval enfrenta problemas de competitividad debido a la estructura de costos, la inflación y las restricciones cambiarias que afectan la importación de insumos. A pesar de estos desafíos, Contessi subrayó la importancia de “mantener la confianza en la capacidad productiva de los astilleros argentinos, y pidió medidas que permitan mejorar la competitividad del sector a nivel nacional e internacional”
El 12 de septiembre es una oportunidad para recordar los logros pasados, pero también para mirar al futuro, buscando la continuidad de políticas que impulsen la producción nacional y aseguren la sostenibilidad del sector. En un contexto donde la importación de buques amenaza con debilitar la industria local, es crucial que tanto el Estado como los actores del sector unan esfuerzos para mantener el crecimiento y fomentar el desarrollo de la industria naval.
El Día de la Industria Naval, se celebra con una mirada al futuro, consciente de los desafíos pero también de las oportunidades que puede ofrecer en un contexto económico que demanda innovación y esfuerzo conjunto; desde nuestra redacción, el saludo a quienes se encuadran dentro de esta noble actividad que catapulta con tecnología, innovación y desarrollo, las herramientas para una industria pesquera más creativa, eficiente y competitiva.