Llegar a un acuerdo paritario no es tarea sencilla. Las fuerzas de la oferta y demanda pujan por lograr un punto de equilibrio y un centenar de variables que precisamente se encuentran casi de comportamiento impredecible, exacerbadas, donde el terreno inflacionario le agrega mayor incertidumbre, Dios mediante, una elección presidencial que juega el futuro paradigma pendular de la economía y filosofía política, si alguna vez la hubo en nuestro país.
Las partes enfrentan un gran dilema, el ambiente económico financiero se precipitó a la locura, y será recién el principio.
Mientras el gobierno expande el gasto y los desbalances de la economía crecen, la inflación ya absorbió el salto devaluatorio post PASO. Grave; se pasó, sin escalas, de la apreciación cambiaria a una devaluación tibia, inconducente. Más pesos, menos dólares y un BCRA quebrado acelerará la crisis en un contexto de mayor incertidumbre política presionando el frente cambiario e inflacionario las próximas semanas.
El desacierto monetario que están haciendo las actuales autoridades económicas, sumado a la destrucción de todo el sistema de precios, este gobierno de «científicos» culmina con mas de 160% de inflación. Se le suma la dilapidación de todas las reservas del BCRA y un récord de incremento de deuda pública. Las condiciones previas a un «Rodrigazo» están dadas, es cuestión de tiempo.
El deterioro de los precios relativos así lo demuestra, más de u$s25.000 millones de deuda de importaciones, u$s16.000 millones por YPF -cuestionable seguramente para algunos- es decir 2 veces en dólares el total de circulante monetario con un BCRA sin reservas, 30% atrasado el precio de combustibles en moneda dura, el 40% atrasadas las tarifas eléctricas, y un poder adquisitivo derretido por nefastas medidas implementadas desde hace un año.
Queda demostrado que las acciones sin plan, sin rumbo, sin información y con carente sentido de integridad en lo económico, fiscal, monetario y productivo, dejan a una Argentina en un peor escenario que antes, en una antesala hiperinflacionaria de escala, y posiblemente en detrimento de una sociedad agonizante que no despierta después del shock.
En el medio la gente. No solo trabajadores sino empresarios que luchan por sobrevivir a una realidad que embarga a todos. Nadie está en condiciones certeras de poder decir cuál será la inflación y su impacto en el Tipo de Cambio y el resto de las variables; como tampoco se sabe si la actividad pesquera entre exportaciones e importaciones de bienes e insumos para el sector podrá, intentar el menos, un desahogo. Las actuales autoridades políticas, y económicas han llevado al país a una situación donde todo es bando y puja. así es que se llega a la resolución de los problemas por amiguismo o contacto, más que por la fluidez del buen accionar de las normas, ordenanzas, resoluciones y leyes.
Donde todos son parte de un esquema azaroso. Así por trabajar se paga lo que no se sabe, y por sobrevivir se pide desde los gremios cualquier guarismo sin un sustento fehaciente o un estudio previo de la actividad. Cualquiera pide lo que quiere, y cualquiera paga lo que se le ocurra. La inflación, al final, borra cualquier exceso.
Así se llega a los ajustes salariales de la segunda mitad del año, donde un gremialista es el profesor de economía y donde un armador, un alquimista que espera su suerte para la continuidad de la empresa. En el medio, tanto sea Subsecretaria de Pesca como Ministerio de Trabajo, jamás han sido ecuánimes y justos, por el contrario, son parte y juez de la actividad; verdugos a la hora de poner un equilibrio donde no debiese siquiera acercarse.
Ninguna negociación favoreció a la empresa, (no al empresario que eso es muy distinto). No se interpretó que la empresa es lo supremo en un país fuerte. Sin empresas no hay crecimiento, tampoco desarrollo y mucho menos dignidad del trabajador, pero por sobre todo un país serio y respetado.
El Estado presente le hizo muchísimo daño al sistema, si además, se carga a bordo la necesidad de un sector empresarial cuya bandera es distinta a la nuestra, ¿qué puede salir mal?.
En medio de este epíteto de la discusión paritaria, se descuelgan valores que difícilmente puedan justificarse, ¿son baratos, son caros? Nadie lo sabe pero por las dudas se lo discute; así arrancaron las paritarias la última semana, donde por ejemplo el SOIP salió pidiendo después del 60% marzo-agosto (20% en Marzo, 20% en Mayo y 20% en Junio) para la última mitad de la paritaria, arrancó con un 35% en Septiembre, 10% Octubre, 35% noviembre y 10% Diciembre. Cómo lo justifica, caprichosamente ¿solo Dios sabe por qué?, pero PESCARE supo que después de algunas tratativas de Rivera (CAIPA) y Luchetti (CAABPA) , ahora la postura es solo negociar bimestralmente, algo que no conforma.
Por caso, ayer, SOMU y SIMAPE estuvieron reunidos con los mismos actores representantes del sector empresarial y propusieron después de un incremento marzo-agosto del 55% (20% marzo, 15% en mayo y 15% en Julio) un 35% para Septiembre, un 35% para Noviembre y el 30% para enero, cerrando así con un incremento del 100% para la segunda etapa paritaria del año. ¿Es poco o mucho?, no interesa cuanto, solo que el país es inviable pero no por lo que piden ni ofrecen, sino porque se está discutiendo si es mejor recibir 3 o 7 balazos, lo ideal sería que no hubiese balas, pues cualquiera de las dos alternativas, el destino final es la muerte.
De esta manera, lo que se discute es la inviabilidad del trabajo. Hoy ganan unos, mañana otros, la situación es delicada, preocupante e ingrata. Un verdadero acertijo cuya ganador solo el tiempo dirá.
Desde la parte empresarial, solo ofrecieron 15% en Septiembre y 15% en octubre. La reunión duró 14 minutos. No hubo acuerdo y el sector que representa a la marinería adelantó que habrá a partir de hoy retención de zarpada de buques fresqueros de altura.
Los valores o guarismos asustan, es verdad, pero lo que más asusta es el país en que vivimos, donde estamos discutiendo mes a mes valores que en países medianamente civilizados en la inflación de años.
Por eso, haciendo bien los números, todos los habitantes de esta sociedad, sabemos que la inflación anual del 2023, con el atenuante de tener un dígito en cada mes del último cuatrimestre, estamos en un piso de 148% y que según algunos importantes estudios de macroeconomía y finanzas, como de importantes bancos extranjeros que monitorean permanentemente el pulso de la economía argentina, el techo podría ubicarse en 190%. Además, hay que tener en cuenta que el componente salarial de un marinero también está compuesto por una parte en el valor en Tipo de Cambio exportación circular A 3500 menos retención en la merluza, tan atrasado para empresas como para tripulantes, por lo que el impacto de “semejantes” guarismos asustan en una economía donde los precios corren más rápido que el tiempo para acostumbrarse a ellos.
Empresarios, que aún no han visto la facturación de proveedores, entienden que estos valores pedidos por los gremios son altos. Por ahí, cuando se acostumbren a la «argentina espiralizada» se darán cuenta que hasta pueden ser lógicos, pero la responsabilidad no es de los gremios, sino de un país que pasó de la inflación a la irracionalidad, sin escalas en 40 días, todo gracias a un abogado que juega de economista y a un presidente que cree ser rey.
Lo concreto, hoy, ya comienzan las demoras en las salidas de los buques de altura, por ahí será esta, la primera vez que no habrá ganadores y perdedores, sino un impasse hasta ver lo que pasa en un país que en cambio de sentar bases sólidas, los pilares están sobre elementos tan inestables como la gelatina. Argentina, un país que duele.