Lo ocurrido recientemente en la planta pesquera Greciamar, ubicada en el parque industrial pesquero de Puerto Madryn, es una muestra palpable de las pr谩cticas coercitivas y obstruccionistas que ciertos sectores gremiales ejercen sobre el desarrollo laboral y productivo en Argentina.
El Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Alimentaci贸n (STIA), liderado por Jos茅 D铆az, irrumpi贸 en las instalaciones y orden贸 a ochenta trabajadores abandonar sus puestos, impidiendo la puesta en marcha de una nueva l铆nea de producci贸n de pelado y desvenado de langostinos, lo que result贸 en la p茅rdida de toneladas de materia prima.
El Grupo San Isidro, propietario de la planta, llevaba meses trabajando en la apertura de un turno espec铆fico para esta tarea, que no s贸lo permitir铆a diversificar la producci贸n con productos de mayor valor agregado, sino que tambi茅n generar铆a un centenar de nuevos puestos de trabajo en la regi贸n, pero como si fuese esto depreciable, el compromiso con clientes de otras latitudes, donde Argentina termina siendo poco seria en sus ofertas, con consecuencias impredecibles para el futuro del comercio. En respuesta a las exigencias del mercado internacional, la compa帽铆a ajust贸 su esquema productivo y formaliz贸 acuerdos laborales bajo el amparo de la legislaci贸n vigente, con el aval expl铆cito de la Secretar铆a de Trabajo de Chubut. No obstante, el STIA se opuso a esta iniciativa desde el principio, pretendiendo imponer su control absoluto sobre la selecci贸n de los empleados contratados. Atribuciones que no le corresponden y comportamientos rayanos a los mafiosos.
En una acci贸n que se asemeja m谩s a una maniobra extorsiva que a la defensa genuina de los derechos laborales, el sindicato interrumpi贸 la jornada laboral tras una inspecci贸n matutina en la que se observ贸 una dr谩stica disminuci贸n de la productividad debido a un deliberado trabajo a reglamento, de hecho, cada puesto de trabajo en todo 谩mbito dentro del pa铆s debiese estar ligado a la productividad no a la jornada de trabajo, en un claro trazo hacia la eficiencia de cada trabajador, desdibujando esa idea temporal y retr贸grada de igual trabajo por igual remuneraci贸n, mutando a un esquema de igual producci贸n por igual remuneraci贸n. Todos no son iguales y el modelo debe buscar una sociedad donde la calidad y la producci贸n sean el eje del esquema laboral y no el tiempo, que pone en igualdad de condiciones la eficiencia y el esfuerzo, con el letargo y la falta de compromiso.
Durante la tarde, tras la incorporaci贸n de los nuevos trabajadores y el inicio de sus actividades, representantes gremiales, junto a dos funcionarias de la Subsecretar铆a de Trabajo, ingresaron a la planta, irrumpieron las tareas, obligaron a los empleados a abandonar sus puestos y anularon de facto los contratos previamente firmados. Como consecuencia de este atropello, la l铆nea de producci贸n fue paralizada y la materia prima qued贸 inservible.
Este episodio no es un hecho aislado. Forma parte de un esquema de presi贸n y amedrentamiento sistem谩tico que algunos gremios implementan para sostener su cuota de poder, aun a costa del progreso econ贸mico y laboral. En lugar de representar los intereses genuinos de los trabajadores, estos sectores recurren a la imposici贸n de condiciones arbitrarias y el uso de la fuerza para bloquear iniciativas que escapan a su control directo.
Lo m谩s alarmante es que, en el marco de este conflicto, el propio Jos茅 D铆az protagoniz贸 un acto de violencia contra la prensa, agrediendo f铆sicamente al periodista colega del portal Parte de Pesca, Nelson Saldivia, que por ese momento cubr铆a la situaci贸n para brindar informaci贸n fehaciente in situ. Este accionar no solo atenta contra la libertad de expresi贸n, sino que tambi茅n refleja el car谩cter autoritario con el que se manejan ciertos malos dirigentes sindicales, quienes lejos de ser interlocutores v谩lidos en la discusi贸n laboral, operan como agentes de intimidaci贸n y apriete.
El saldo de este lamentable episodio es claro: ochenta trabajadores que podr铆an haber accedido a una fuente de ingreso digna fueron despojados de esa posibilidad; toneladas de materia prima fueron desperdiciadas; y la industria pesquera de Chubut, en lugar de avanzar hacia un esquema productivo m谩s eficiente y competitivo, se ve nuevamente lastrada por las imposiciones de un mal sindicalismo con actos de la m谩s baja estofa que privilegia sus propios intereses sobre el bien com煤n.
La pregunta que cabe formular es: 驴hasta cu谩ndo se permitir谩 que estos sectores contin煤en frenando el desarrollo del mayor polo manufacturero de langostino salvaje del mundo con sus m茅todos coercitivos?.
La necesidad de una discusi贸n seria y profunda sobre el rol de los sindicatos en la Argentina es impostergable. Defender los derechos de los trabajadores no debe ser sin贸nimo de extorsionar a las empresas ni de cercenar la posibilidad de crecimiento econ贸mico y generaci贸n de empleo pero peor a煤n, de abiertamente quedar expuesto al comercio internacional como incumplidores seriales. Urge un sindicalismo moderno, que se adapte a los desaf铆os actuales y que promueva el progreso, en lugar de entorpecerlo. Abrir, desarrollar y agrandar la torta, para que el porcentaje sea mayor y no pretender m谩s porciones de la torta en detrimento de otros participantes.
Argentina, tras cuatro d茅cadas de pol铆ticas progresistas, sigue en la ardua b煤squeda de abandonar su condici贸n de aldea mal administrada para consolidarse como una naci贸n pr贸spera, competitiva y alineada con las exigencias globales en materia de producci贸n alimentaria. Sin embargo, el verdadero obst谩culo para este desarrollo no radica en factores externos, sino en aquellos actores que, desde sus 谩mbitos de trabajo, buscan obtener ventajas personales, muchas veces al margen de la ley, bloqueando el avance natural de quienes, con capacidad, solvencia, idoneidad y esfuerzo, se esfuerzan d铆a a d铆a por fortalecer sus empresas, sus fuentes de empleo y la comunidad en la que est谩n inmersos.
Mientras esta realidad persista, sin importar cu谩ntos a帽os o gobiernos transcurran, la matriz productiva del pa铆s seguir谩 atrapada en una crisis estructural que pone en riesgo su futuro, rayano en la ineficiencia y en la par谩lisis econ贸mica. La falta de un modelo de desarrollo sostenible, sumada a la connivencia de sectores que anteponen sus intereses corporativos al bienestar general, ha generado un sistema donde la improductividad, el estancamiento y la ausencia de reglas claras ahogan cualquier intento de crecimiento. La Argentina no solo enfrenta la amenaza de perder competitividad en los mercados globales, sino que corre el riesgo de profundizar su dependencia de estructuras obsoletas, plagadas de prebendas y privilegios, que condenan a la sociedad a la resignaci贸n y al subdesarrollo. Sin una transformaci贸n profunda, el pa铆s continuar谩 repitiendo sus fracasos, atrapado en un c铆rculo vicioso de mediocridad, inestabilidad y oportunidades desperdiciadas.





