Bajo un cielo que parecía cómplice de la celebración, el Astillero Naval Federico Contessi y Cía. S.A. vivió una jornada cargada de emoción y simbolismo: la botadura número 153 de su historia. El protagonista fue el BP GINO V, primer barco construido en la nueva nave industrial del astillero, y capítulo final de una trilogía que, desde Rawson, cuenta la historia de una familia armadora y de un vínculo empresarial basado en la confianza.
El lazo entre el astillero y la familia Vestuti-Eliceche comenzó en 2001 con el >BP Don Giuliano, un pesquero que marcó un antes y un después en la renovación de la flota costera de Rawson. Quince años más tarde, en 2016, se sumó el BP Franco José, y ahora, con el BP Gino V, se completa una saga que rinde homenaje a los tres hijos de la familia, hoy protagonistas activos de la pesca patagónica.
La alianza no solo dio frutos en lo personal: abrió puertas a nuevos mercados y generó un notable volumen de trabajo. “El 70% de la flota costera con permisos nacionales que opera en Rawson salió de estas mismas gradas”, recordó Domingo Contessi, presidente del astillero, subrayando el papel clave que este puerto ha tenido en su historia productiva.
Más allá de la ceremonia, Contessi aprovechó el momento para analizar el presente crítico de la pesquería de langostino y plantear un cambio de mentalidad. Celebró el acuerdo alcanzado con la marinería de la flota tangonera congeladora, aunque lamentó “los meses perdidos” y advirtió que es imperioso asumir la nueva realidad antes de que la temporada de Rawson repita errores recientes.
Su diagnóstico fue tajante: “El langostino que conocíamos, que generó tanta riqueza… ha muerto. Ya no existe más”. En su visión, el sector debe dejar atrás la nostalgia y adaptarse a un escenario de menores ingresos, pero aún con potencial para generar exportaciones y empleo. “Podemos seguir llamándolo langostino, pero deberemos aprender a tratarlo como otra pesquería”, afirmó, proponiendo un rediseño productivo basado en “números verdaderos y diálogo”.
La fórmula, según Contessi, requiere que todos los actores cedan algo para que “la rueda siga girando”. Entre sus reclamos concretos, insistió en la reducción de los Derechos de Exportación que hoy afectan a productos que se venden a pérdida.
El orgullo de una familia armadora
En representación de la empresa propietaria, Giuliano Vestuti definió la botadura como “el broche de oro de una historia de esfuerzo y pasión”. Agradeció a cada trabajador involucrado en la construcción del Gino V y en las botaduras anteriores, nombrándolos uno por uno. Extendió el reconocimiento a los empleados de su empresa, a su familia y dedicó un recuerdo especial a Federico Contessi.


El GINO V es un buque moderno y versátil, concebido en tiempos de mayor optimismo económico. Su doble cubierta, la proa invertida con hélice de proa, cabina de aluminio naval y un parque de pesca hidráulico de última generación le permitirán operar tanto sobre langostino como sobre otras especies. Destacan su pozo de carga y planta de clasificado en acero inoxidable, con cintas y lavadoras automáticas que optimizan el tratamiento del recurso.
En el cierre de su discurso, Contessi anunció que antes de fin de año entregarán dos barcos gemelos más, aunque reconoció que llevan “más de 18 meses sin poder cerrar nuevos contratos”. Pese a ello, prometió seguir adelante: “Tal como hubiera hecho Federico, no bajaremos los brazos y seguiremos tratando de inventar trabajo”.
La fiesta culminó con la tradicional ceremonia: las madrinas Gabriela Eliceche y Liliana Molina estrellaron una botella de champagne contra el casco, y el Gino V se deslizó con elegancia hacia las aguas de la rada interior del puerto de Mar del Plata, inaugurando un nuevo capítulo en la historia del astillero y la familia Vestuti.